Cuando vimos la luz by Alba Navarro Francés

Cuando vimos la luz by Alba Navarro Francés

autor:Alba Navarro Francés [Navarro Francés, Alba]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2024-05-13T00:00:00+00:00


—⁠Buscaban a una niña de ojos lilas —⁠⁠revela Tiara, una vez que estamos reunidos en su despacho, rodeados por cuatro paredes que tienen más de lienzo que de cemento.

Han pasado un par de días desde la última vez y mi cuerpo se ha recuperado casi por completo. Ruga estaba acostumbrado a mi regeneración acelerada; las demás no, pero lejos de tratarme con recelo por eso, se han dedicado a hacer comentarios de admiración y algunas bromas. Como si mis habilidades ya no las perturbaran. Que ya sepan toda la verdad, y aun así me sonrían y me traten como antes, me calienta el corazón, hace que sienta que ahora me conocen de verdad.

—⁠Pero yo no soy una niña —⁠protesta Violette.

Tiara la observa con lástima.

—⁠Cielo, ya dijeron que no te buscaban a ti, pero está claro que tus ojos los alertaron.

—⁠Eso o simplemente querían joder. —⁠⁠Es Ruga el que habla a mi lado, con las manos dentro de los bolsillos y una mirada que podría matar⁠⁠—. Son así. Ellos son así.

Su forma de alejarlos de mí, como si los Vigilantes fueran algo ajeno a mi Linaje y al hecho de que yo esté aquí con ellos, en el bando opuesto, consigue que el pecho se me hinche de orgullo.

—⁠Ojalá pudiéramos hacer algo —⁠⁠suspira Tiara⁠⁠—. Puedo contactar con el Distrito del Orden, pero contra los Vigilantes no hay nada que hacer. Lo siento mucho, Violette.

La mujer parece descompuesta y casi me da la sensación de que su cuerpo está siendo aplastado por el peso de la impotencia. Miro hacia otro lado para que ese dolor no se me contagie.

—⁠No pasa nada, Tiara. Lo importante es alertar a otros Distritos. Seguro que hay más niñas con ojos lilas en el Subterráneo.

El corazón se me encoge al recordar a los huérfanos de Tobi y Luna. Ruga debe de sentir mi desasosiego, porque me busca la mano con disimulo para estrecharla. Eso consigue calmarme un poco. Intento recordar los ojos de los pequeños y no creo ver en mi memoria ningún color fuera de lo común. Si hubiera sido así, lo tendría en la cabeza, igual que cuando me crucé con Violette aquel primer día en la calle y sus ojos se me quedaron clavados en la mente para siempre.

—⁠Tiene sentido que hayan venido aquí y que hayan sospechado de Violette —⁠⁠comenta Lida⁠⁠—. Saben que en el Distrito Cultural siempre damos cobijo a mujeres y que sería probable que cuidáramos a alguna niña.

—⁠Juraría que ese color de ojos es algo que solo se da allí arriba, no es casualidad que tú seas una Perdida, Violette. Es posible que sea alguna característica de ahí, como el Halo que tienen en los ojos.

Violette deja de mirar a Tiara para mirarme a mí.

—⁠Leo, tú lo recuerdas todo de allí. ¿Has visto a alguien con los ojos como yo? ¿Es algo común?

No tengo que esforzarme demasiado, porque la respuesta es clara.

—⁠Tú eres la primera que veo con esos ojos. Eres… única.

Un concierto de carcajadas se despierta de repente, entre



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