Cuando un hombre se enamora by Katharine Ashe

Cuando un hombre se enamora by Katharine Ashe

autor:Katharine Ashe [Ashe, Katharine]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Histórico, Romántico
publicado: 2013-04-27T22:00:00+00:00


Capítulo 14

—¡Lord Blackwood! —el señor de Willows Hall se acercó por el pasillo seguido por el semblante hosco de Worthmore, quien veía cómo sus méritos caían en picado—. Señor Yale —lord Vale inclinó la cabeza con elegancia—. Bienvenido de nuevo. ¿Cómo estaba el camino con este tiempo tan terrible?

—Pasable, señor, lo bastante para permitirnos llegar aquí rápidamente —contestó Yale mientras dirigía una mirada elocuente al pasamano donde su fausse amant se escondía detrás de su amiga.

Lord Vale era todo sonrisas.

—Quítese el barro de las botas y reúnase luego con nosotros en el salón —dijo señalando hacia la escalera—. Esta mañana he recibido la visita de alguien que resulta ser un conocido suyo. Un tal señor Seton, de Liverpool. Se mostró muy contento de poder aguardar su regreso, aunque nosotros no esperábamos que fuera tan pronto. Ahora está en la biblioteca.

Leam subió la escalera y se encontró ante la mujer cuyos labios sabían a humo de leña y cerezas.

—Milord —dijo ella delicadamente, con apenas rastro del sonrojo en sus mejillas de porcelana—, no contábamos con verlo de nuevo, y desde luego no tan pronto.

—Tenía que cuidar a este imprudente.

Los labios de cereza y de sabor a leña temblaron nerviosos.

—Lady Marie Antoine —Yale hizo una profunda reverencia, mirando detrás del hombro de Kitty—. Tan encantadora como siempre.

—¡Oh, cállese! Mi madre, mi padre y ese cebo con cara de pescado ya se han ido.

—De todos modos, tengo que decir la verdad.

—Es usted abominable.

—Su gratitud me conmueve, señora.

Ella endureció la mirada.

—Usted ahora piensa que yo le debo algo a cambio, ¿verdad? Se me ocurrió esa idea cuando se marchó.

—La dama me dedica un pensamiento. ¡Calma, corazón!

Lady Emily se dio la vuelta y desapareció por el pasillo con paso firme y rápido. Kitty la miró mientras se marchaba.

—Creo que empieza a pensar que usted la pretende de verdad.

—Soy todo humildad —repuso él con perfecta afabilidad.

—Sí, eso creía yo. Pero ella está un poco preocupada.

El galés dibujó una sonrisa. Ella se lo quedó mirando un instante.

—Señor, ha roto usted la promesa que me hizo. Me dijo que no se burlaría de ella —la voz de Kitty había adquirido un tono algo más grave pese a su amabilidad—. La verdad, no sé por qué confié en ustedes —volvió sus grandes ojos grises hacia Leam—. A fin de cuentas, no les conozco de nada.

La mirada penetrante de esos ojos grises hizo que a Leam se le secara la garganta. Ella pasó junto a él y bajó por la escalera apresuradamente. Yale, por una vez, no dijo ni una sola palabra.

Cuando Leam cruzó la biblioteca, Jinan se levantó y se le acercó para estrecharle la mano.

—¡Jin, cuánto tiempo!

—Leam, ¿supongo que estás bien, no? —Jin se reclinó en una butaca; aunque se sentía cómodo, aquel lugar suntuoso le resultaba un poco ajeno. La apariencia extraña y aristocrática de sus rasgos oscurecidos por el sol contrastaba vivamente con su vestimenta sencilla, y en sus ojos claros se reflejaba una inteligencia aguda. Jinan Seton, algunos años más joven que Leam, había tomado las riendas de su vida antes de que Leam hablara inglés.



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