Cuando llegue la noche by Javiera Paz

Cuando llegue la noche by Javiera Paz

autor:Javiera Paz
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2023-03-27T18:07:35+00:00


Mi madre llamó, y no atendí las dos primeras veces. A la tercera Damián me pidió que lo hiciera, y accedí.

—¿Hola?

—Bianca. —Suspiró—. Gracias a Dios estás viva. ¿Cómo te encuentras? ¿¡Dónde estás!?

—Estoy bien, gracias —contesté.

—¿Por qué no habías atendido las llamadas? Vincent sigue diciéndome que no has llegado a casa. ¿En dónde te has metido?

—Cuando regreses conversaremos de eso, pero estoy bien. Muy bien, mamá.

—Feliz cumpleaños —dijo al fin—. Cuando llegue a casa, iremos por un helado o a comprar ropa. Quiero que volvamos a ser las amigas que éramos. ¿Recuerdas?

Claro que lo recordaba, pero no quería.

—Está bien. —Sonreí de mala gana mientras Damián hacía muecas extrañas para que fuera un poco más amable con ella.

—Por favor, cuídate. ¿De acuerdo? Le diré a Vincent que estás bien, para que no se preocupe.

—Está bien, mamá. Nos vemos.

—Adiós, hija.

Colgué y me quedé mirando el móvil por unos segundos algo incómoda. Sabía, de antemano, que mi madre no estaba realmente preocupada por mí. Estaba más preocupada de que no me metiera en problemas, de que no arruinara la reputación de Vincent, y aunque lo tenía claro hacía ya mucho tiempo, esta vez me dolió aceptarlo.

Damián se quedó viéndome, y por su actitud entendí que iba a cambiar el tema de conversación.

—Vamos a olvidar un poco tus raíces, ¿está bien?

—O las cortas o no se olvidan.

—Te están haciendo trizas, y si debo cortarlas y plantar una nueva Bianca, créeme que lo haré.

—Gracias.

—Cambiando el tema... —Lo vi buscando algo en los bolsillos de su pantalón—. Te tengo un regalo.

—¿Otro? Con todo esto es más que suficiente.

—Es solo un detalle. —Sacó una pequeña caja negra y la puso sobre la mesa. Luego la deslizó hasta donde yo estaba—. Antes de que la abras, quiero decirte algo.

—Adelante —susurré.

—No me costó demasiado saber lo que quería regalarte, pero recorrí la mitad de la ciudad por ir a buscarlo. —Sonrió—. Más que un simple regalo de cumpleaños, quiero que esto te mantenga junto a mí —dijo mirándome a los ojos. Y es que me encantaba que fuese así, tan directo y seguro de sus palabras—. Quiero que me recuerdes, y que cada vez que lo mires viajes hasta acá.

—Ay, Damián...

—Ábrela.

Tomé la caja entre mis manos, le quité la cinta y la abrí. Podría haber imaginado cualquier cosa, pero jamás el detalle que estaba obsequiándome. Era una pulsera plateada con colgantes: Saturno, una estrella, una luna, un rayo y un cigarrillo. No miré en ninguna otra dirección más que la pulsera, y rápidamente viajé a nuestro planeta, a Serendipia, a nuestro oscuro y angosto callejón en el que nos habíamos conocido. Ese mismo lugar que nos recibía a mitad de la madrugada cuando algo malo ocurría. Serendipia, el lugar que guardaba llantos, secretos, risas y los mejores besos que había dado en mi vida. Sentí mis ojos humedecerse luego de pensar en toda la mierda de la que nos habíamos estado escapando por estar juntos. Alcé la vista y me levanté para ir a abrazarlo. Él me recibió feliz. Me senté en sus piernas y, mientras seguía abrazándolo del cuello, lo miré a los ojos.



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