Cruzados en el tiempo by Ana Ballabriga & David Zaplana

Cruzados en el tiempo by Ana Ballabriga & David Zaplana

autor:Ana Ballabriga & David Zaplana [Ballabriga, Ana & Zaplana, David]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 2015-01-01T00:00:00+00:00


CAPÍTULO VII

UN ACERTIJO PARA UN PUENTE

3 de Agosto.

El cielo comenzó a colorearse poco a poco, pasando del negro al azul oscuro, al violeta y al naranja. Los rayos de sol aún no podían atravesar las altas montañas que los circundaban, mas la creciente luminosidad los arrancó del sueño tras un profundo descanso. Se sorprendieron al descubrir que no se hallaban en el mismo claro donde se acostaron la noche anterior. Paul aventuró una explicación, indicando que lo más probable era que el efecto del agua se hubiera pasado mientas dormían y esto habría provocado que el bosque los expulsara. Efectivamente, descubrieron los árboles a lo lejos, aquellos que parecían rozar el cielo y hacer sombra a las montañas. Paul se mostró muy satisfecho consigo mismo cuando todos le dieron la razón.

Desayunaron sus habituales píldoras y Yugo preguntó a Blanca si algún asunto de interés había ocupado sus sueños. Ella les explicó que deberían ser precavidos durante esa jornada, porque temía que algo horrible pudiera suceder. En su sueño, iban los cinco en una pequeña barca, navegando por un río de reluciente agua cristalina. De repente, el agua del río comenzaba a tornarse roja y este color se volvía tan oscuro que daba nauseas mirarla. Además, un olor nauseabundo, a muerte y putrefacción lo inundaba todo. Entonces Adolf perdía el equilibrio sobre la barca y caía al agua viscosa, en la que flotaban vísceras arrancadas o mutiladas. Blanca gritaba desesperada e impotente y en ese momento se despertaba.

No tardaron en ponerse en marcha. Yugo sabía que tenían que pasar al otro lado del valle, el lado maligno. Para ello debían alcanzar el Río Frontera, que separaba como un tajo las dos partes de aquel mundo fantástico, a un lado el Bien, el Mal al otro. Yugo recordaba perfectamente el plano que les dibujaron los enanos. Gracias a él sabía que la única forma de cruzar el río era por un puente, el único que había en toda su longitud. Así que se dirigían hacia allí.

Tras una buena caminata bordeando el Bosque de los Unicornios, por fin divisaron a lo lejos lo que parecía un poblado. Conforme se acercaban pudieron distinguir que una buena parte de la muralla de madera había sido derruida. Lo mismo sucedía con la mayor parte de las casas. Se dirigieron hacia allí con curiosidad y precaución, desenfundando sus armas, preparados para entrar en combate o defenderse de cualquier amenaza. El olor no tardó en alcanzarles. Paul no lo identificó al principio, mas cuando llegaron junto a la muralla y obtuvieron una panorámica completa del interior del pueblo, la duda se disolvió. Era el olor de la muerte, la sangre, las tripas, trozos de cuerpos que empezaban a pudrirse amontonados unos sobre otros. La piel de los cadáveres lucía un ligero tono azulado. Yugo se detuvo y dio marcha atrás, hasta que el olor se atenuó, volviendo a ser el aire respirable.

—Esto debe de ser obra de los nokens —conjeturó, intentando dominarse. Adolf se separó de ellos, se agachó convulsivamente y comenzó a vomitar.



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