Criptozoico by Brian W. Aldiss

Criptozoico by Brian W. Aldiss

autor:Brian W. Aldiss
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ciencia Ficción
ISBN: 84-350-0423-6
editor: Edhasa
publicado: 1983-11-01T05:00:00+00:00


2 EL GRAN PALACIO VICTORIANO

De pie bajo los grandes olmos, supo que ése era el lugar…, su Dama Oscura estaba muy cerca, una sombra uniforme, con la silueta borrada miles de veces por los transeúntes. Al final de la hilera de olmos había una gran fuente de cristal, cuyas aguas se derramaban en un estanque circular. Fuente, estanque y olmos se cobijaban bajo una poderosa arcada de cristal, flanqueados por extrañas estatuas.

Bush conocía ese lugar y tiempo; la manía victoriana de su infancia se lo aseguraba. Estaba en 1851, época de la celebración de la gran Exposición universal para testimoniar la creciente riqueza y poder británicos. Avanzó y se detuvo ante una gigantesca estatua que llamaba su atención tanto como la de la multitud. Era una estatua alemana de cinc que representaba a una imponente amazona montando a pelo un garañón, desnuda de la cintura para arriba. Estaba a punto de clavar su lanza en una tigresa que, impulsada por razones sólo por ella conocidas, saltaba hacia el lomo de su cabalgadura.

Los victorianos, tanto en pintura como en escultura, habían sido maestros en el “¿Qué es lo que ocurre a continuación?”, la plasmación del instante mismo de la pregunta; pero esta habilidad había caído en el ridículo con el advenimiento de la fotografía y el cine y la televisión y los lasoides…, todos los cuales insistieron en dar respuesta a la pregunta en lugar de limitarse a su formulación. Bush se enfrentaba en ese momento con la misma pregunta en su propia vida, y debía resolverla a través de la acción. La Dama Oscura lo estaba observando. Desde su ventajosa posición en el tiempo, debía saber bien lo-que-le-ocurriría-a-continuación-a-Eddie Bush. No era un pensamiento reconfortante; y le complació pensar que ella no sabría en mayor medida que él si era la amazona o la tigresa la que ganaba esa batalla.

Había otros qué-es-lo-que-ocurre-a-continuación involucrados en su ecuación personal; demorándose un poco bajo la estatua de cinc, pensó que el primero concernía a Silverstone, alias Stein. Lo habían entrenado para matar a Silverstone, y era claro que el hombre representaba un peligro para el régimen de Gleason…, lo cual lo hacía apreciable a Bush en su nuevo estado anímico. Era su deber encontrar a Silverstone y advertirlo —si aún seguía con vida—, pues aunque él tuviera razones personales para saber que Silverstone era muy capaz de protegerse con éxito, lo más probable era que hubiera varios agentes de Gleason tras su pista. Los viajeros mentales de Acción Popular se estarían desparramando a lo largo del tiempo en busca de Silverstone y cualquier otro buscaproblemas potencial que pudieran encontrar. Y lo más probable sería que a esas alturas el propio Bush estuviera incluido.

Con tal razonamiento, sus pensamientos de Breedale descendieron a la tierra. El lugar obvio para empezar a buscar a Silverstone era el Palacio de Buckingham.

Echó a andar, invisible, a través de la multitud, y aun en esos momentos de preocupación halló lugar para deleitarse con la diversidad, excentricidad y ostentación de toda aquella gente, tan distinta de las masas niveladas en el extremo inferior de sus días.



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