Crónicas: La Tierra De Huma by Margaret Weis & Tracy Hickman

Crónicas: La Tierra De Huma by Margaret Weis & Tracy Hickman

autor:Margaret Weis & Tracy Hickman [Weis, Margaret & Hickman, Tracy]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fantasía, AAA_enauxi
publicado: 2011-06-07T05:00:00+00:00


-¡No! ¡Espera! ¡Silvara! No te asustes. Soy yo, Gilthanas -dijo en tono firme aunque susurrante, tal como le había hablado a la antílope acorralada-. No deberías haber salido sola, es peligroso...

Silvara se detuvo, medio iluminada por la luz plateada, medio protegida por las sombras, con los músculos tensos, a punto de escapar. Gilthanas, siguiendo su instinto de cazador, avanzó lentamente y continuó hablando, reteniéndola con su voz firme y su mirada.

-No deberías estar aquí sola. Yo me quedaré contigo. De todas formas quería habla r-te. Quiero que me escuches un momento. Necesito hablarte, Silvara. Yo tampoco quiero estar aquí solo. No me dejes Silvara. He perdido tantas cosas en este mundo. No me dejes... Hablando suavemente, sin parar, Gilthanas avanzó lenta pero deliberadamente hacia Silvara hasta que vio que la elfa retrocedía un paso. El elfo, alzando las manos, se sentó rápidamente sobre una roca de la orilla opuesta. Silvara se detuvo, contemplándolo.

No hizo ningún movimiento para cubrirse el cuerpo, decidiendo, aparentemente, que la defensa era más importante que el recato. Todavía sostenía el cuchillo entre las manos.

Gilthanas admiró su valentía, a pesar de sentirse cohibido por la desnudez de la muchacha. A estas alturas, cualquier elfa de buena cuna se hubiera desmayado. Sabía que debería apartar la mirada, pero se hallaba demasiado sobrecogido por su belleza. La sangre le ardía. Haciendo un inmenso esfuerzo, continuó hablando, sin saber siquiera lo que estaba diciendo. Aunque, de pronto, se dio cuenta de que le estaba relatando los pensamientos más íntimos de su corazón.

-Silvara, ¿qué estoy haciendo? Mi padre me necesita y mi gente también. Y no obstante estoy aquí, infringiendo sus leyes. Mi pueblo se halla en el exilio. Encuentro lo único que puede salvarles -uno de los Orbes de los Dragones - ¡Y arriesgo mi vida para arrebatárselo a los míos y entregárselo a los humanos, para ayudarles en su guerra! Ni siquiera se trata de mi guerra, ni de la de mi pueblo -Gilthanas se dio cuenta de que la muchacha no le había quitado ,los ojos de encima -. ¿Por qué, Silvara? ¿Por qué he caído en tal deshonor? ¿Por qué me he portado así con los míos? Contuvo la respiración. Silvara miró hacia la oscuridad y la seguridad de los bosques y luego volvió a mirarle a él.

«Va a huir», pensó Gilthanas, latiéndole el corazón con violencia. Pero Silvara bajó lentamente el cuchillo. Había tal pena y tristeza en sus ojos que, finalmente, Gilthanas desvió la mirada, avergonzado de sí mismo.



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