Contra los dioses del odio by Curtis Garland

Contra los dioses del odio by Curtis Garland

autor:Curtis Garland [Garland, Curtis]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras
editor: ePubLibre
publicado: 1988-08-01T00:00:00+00:00


CAPÍTULO VI

Ciertamente, Jade Blue era peligrosa en la cama. Pero al menos con él, no se había comportado como una mantis religiosa. Y eso ya era algo.

Pensaba en ello Ranko mientras se recuperaba de las dos horas más exhaustivas pasadas entre sábanas de mujer en mucho tiempo. Jade dominaba las técnicas eróticas orientales tan perfectamente como los métodos sexuales occidentales. El resultado de esa explosiva combinación haría palidecer de envidia a los autores del Kama-Sutra. Él podía garantizarlo por experiencia.

Ahora estaba allí, vigilando la tienda de antigüedades de Lobsang Tiong, en Serangoon Road, a escasa distancia de Rangoon Road y del Parque Farrei. Eran casi las cuatro de la madrugada en su reloj. Ni siquiera sabía si aquella espera iba a conducir a algo, a tan altas horas de la mañana.

Pero evidentemente la suerte seguía acompañando a Ranko en aquella aventura, al menos hasta el momento presente. Sólo llevaba una hora en su atalaya, no lejos del bellísimo templo budista de las Mil Luces, cuando una puerta lateral, al lado de la tienda de antigüedades, se abrió silenciosamente, saliendo por ella un hombre menudo, de raza oriental, totalmente calvo, de lacios bigotes canosos, muy largos, así como de una cómica perilla igualmente canosa, rostro apergaminado y movimientos furtivos.

Encajaba exactamente en la descripción que de él le hiciera Jade Blue una vez terminada la batalla amorosa en su alcoba, entre aromas de incienso y pebeteros de almizcle. Aquél era Lobsang Tiong.

No se podía imaginar adonde iría a tales horas, pero resolvió seguirle a prudencial distancia. Ranko se dijo que si su hombre tomaba algún vehículo, lo perdería sin remedio, a menos que tuviera la suerte de hallar uno que pudiera robar para perseguirle. Pero la fortuna seguía de su parte. En ningún momento tomó Tiong vehículo alguno, limitándose a caminar a pie, con paso breve y rápido, a lo largo de Serangoon Road, como si se dirigiera al aeropuerto, situado al nordeste de la ciudad. Pero se detuvo a la altura de Balestier Road, doblando hacia el norte de la misma. Le vio llegar ante un edificio en cuya planta baja parecía haber instalado un negocio de exportación e importación de productos tradicionales de Oriente, pero Ranko se dijo que todo aquello olía a pura fachada. Golpeó en una puertecilla situada junto a los cierres metálicos del establecimiento, y Ranko captó que sus amarillentos nudillos daban tres golpes suaves, tres fuertes y otros tres suaves. Luego, la puerta se abrió. El anticuario se perdió tras ella, volviendo a cerrarse ésta herméticamente.

—Tal vez sea un lugar de reunión de la secta —se dijo Jerry, pensativo—. Valdría la pena probar a ver si es así. Total, no tengo mucho que perder…

Decidido, avanzó hacia el edificio. Su rostro había adquirido su habitual belicosidad, dispuesto a aclarar las cosas lo antes posible. La ciudad no era su habitual campo de batalla, pero no podía elegir. Era el terreno elegido por el adversario.

Se detuvo ante la puerta cerrada. Repitió la llamada tal como la viera en el anticuario, esperando acontecimientos.



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