Contra el odio by Carolin Emcke

Contra el odio by Carolin Emcke

autor:Carolin Emcke [Emcke, Carolin]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 2016-01-01T00:00:00+00:00


ORIGINAL/NATURAL

Nadie te dice que es por ser como eres.

Cato, en

SASHA MARIANNA SALZMANN, Meteoriten

El estatus del nosotros, en teoría más elevado, también se suele inscribir en un relato que sustenta un mito fundacional: las propias creencias o la propia identidad es mejor, más importante o más valiosa que otra porque está vinculada a una suerte de ideología original o a un orden natural. La historia narrada sobre la tradición familiar o la propia forma de vida mira con frecuencia al pasado. En esa época, cuando la sociedad todavía era supuestamente «pura», cuando se creía que todos compartían los mismos valores, cuando imperaban las mismas convenciones, en ese entonces imaginario todo habría sido más «auténtico», «verdadero» y «correcto». A la luz de este pasado, el presente tiende a considerarse «degradado», «corrompido» o «enfermo». Las personas, los actos o las opiniones individuales se valoran en función de su «autenticidad» respecto de los ideales originales.

El sibbólet al que se recurre en este caso para degradar a las personas califica determinados rasgos, cuerpos o formas de vida en su conjunto como «antinaturales» o «falsos», lo cual quiere decir que algo (una persona, un planteamiento, un orden) ya no es como antes. Algo ha cambiado. Algo no se ajusta a lo que se considera «original». Algo ha dejado de ser como estaba previsto o establecido por la naturaleza. Hay algo que cuestiona el orden social y natural. Según el contexto político o ideológico, la crítica a lo «antinatural» o lo «no original» se combina con el reproche de la «occidentalización», la «degradación de la verdadera fe», la «enfermedad de la modernización», la «inclinación al mal» o la «perversión»[67].

La retórica de lo «natural» y «original» se manifiesta con frecuencia a través de los mismos referentes: la cuestión de qué se considera «verdaderamente» masculino o «verdaderamente» femenino y qué es lo que procede al hablar de personas trans o personas intersexuales; qué se considera una sexualidad «natural» y cómo respetar a las personas gais, lesbianas, bisexuales o queer y, no menos importante, qué se considera una «verdadera» familia y cómo reconocer a todas esas familias que existen más allá de la constelación tradicional heterosexual de padre-madre-hijo[68].

Desde un punto de vista histórico, la estrategia de recurrir a la «naturalidad» del género es, por diversos motivos, tan eficaz como influyente. La idea de que existen unos géneros «naturales» obedece a una tradición cristiana y va unida a la de un supuesto propósito divino. Así, a quien ha sido creado naturalmente por Dios, le corresponde un valor especial que lo hace intocable. El género «natural» y «original» no puede ni debe concebirse como algo distinto a la norma que establece lo que es «normal». Según esta lógica, cualquier otra cosa, o cualquier tipo de cambio, queda descalificada por ser «antinatural», «enfermiza», «no prevista» por Dios y, por lo tanto, «indeseada».

Por ello, una de las estrategias empleadas para denunciar esta «normalidad» sacralizada consiste en sacar a la luz el carácter ideológico de la afirmación que postula la naturalidad de los géneros[69], para subrayar la importancia de las dimensiones social y simbólica en la construcción del género.



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