Confidencias de un especulador by Jordi Molins

Confidencias de un especulador by Jordi Molins

autor:Jordi Molins
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Otros
publicado: 2014-10-04T22:00:00+00:00


Veamos qué queremos decir cuando hablamos de reestructuraciones, capital y deuda con un ejemplo simplificado.

Supongamos que compramos una máquina que fabrica bolsas de plástico. Nos cuesta un millón de euros. Esta inversión la financiamos con deuda en un 80 por ciento (pedimos un préstamo de 800.000 euros) y ponemos un 20 por ciento de capital (es decir, ponemos 200.000 euros a tocateja sobre la mesa).

Vemos que activos son iguales a pasivos, como debe ser: el precio de la máquina, un millón de euros, es idéntico al coste que hemos tenido para financiar su compra (200.000 euros más 800.000 euros).

Supongamos que pasa un año, y que hemos gestionado bien la máquina. Produce sin errores y de manera rápida, satisfaciendo los pedidos de nuestros clientes de manera eficiente. Un inversor nos ofrece 1.100.000 euros por nuestro negocio. Es decir, nos ofrece 100.000 euros más de lo que nos costó la compra de la máquina. Podríamos vender la máquina por 1.100.000 euros, amortizar la deuda de 800.000 euros de golpe (suponemos que aún no habíamos amortizado parte de la deuda) y aún nos quedarían 300.000 euros en el bolsillo. Como inicialmente habíamos puesto 200.000 euros de nuestro bolsillo, hemos ganado 100.000. En otras palabras, un rendimiento del 50 por ciento sobre el capital en un año. Muy bien.

Ahora supongamos, en cambio, que al cabo del año nos damos cuenta de que aquella máquina no hace exactamente lo que pensábamos: falla mucho, a veces los clientes nos devuelven los pedidos porque no son como deberían ser. El coste de mantenimiento es alto. Nos aburrimos del negocio, y queremos hacer otras cosas. Viene un inversor y nos ofrece 850.000 euros por la máquina.

¿Qué pasa, entonces?

Vendemos la máquina, que nos había costado un millón, por 850.000 euros. Hay pérdidas por valor de 150.000 euros. ¿Quién asume las pérdidas? En la estructura de capital habitual, el capital es el cojín que absorbe primero las pérdidas, siendo júnior, mientras que la deuda es sénior (sólo debe absorber pérdidas cuando el capital ya ha sido completamente consumido).

Pues bien, lo que pasaría es que con los 850.000 euros de la venta de la máquina amortizaríamos totalmente la deuda de 800.000 euros (en consecuencia, la recuperación por parte de la deuda es total) y nos quedarían 50.000 euros de capital. Como habíamos puesto 200.000 euros de nuestro bolsillo, hemos tenido unas pérdidas del 75 por ciento.

Pero aún podría ser peor: supongamos que la máquina es realmente mala, y el comprador del negocio sólo nos ofrece 750.000 euros por ella. ¿Qué pasa entonces?

Si intentamos amortizar la deuda de 800.000 euros, no podemos hacerlo con los ingresos de la venta, 750.000 euros. El banco debe asumir pérdidas de 50.000 euros. Tampoco es mucho, son unas pérdidas de poco más del 6 por ciento. En cambio, para nosotros, los propietarios del capital, no nos queda nada. Lo hemos perdido todo. El ciento por ciento.



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