Comunistas y falangistas: la verdadera fuerza by Ricardo de la Cierva

Comunistas y falangistas: la verdadera fuerza by Ricardo de la Cierva

autor:Ricardo de la Cierva [Cierva, Ricardo de la]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Historia, Divulgación
editor: ePubLibre
publicado: 1996-12-31T23:00:00+00:00


José Antonio: La fe en el futuro

El 31 de octubre del mismo año el vaticinio se precisa todavía más y no comprende solamente el triunfo de Azaña, sino su arrollamiento posterior por las fuerzas que ha desencadenado el conjuro de su nombre. Desilusionado por completo de la colaboración monárquica y de sus posibilidades inmediatas de penetración en el movimiento obrero, esta última ilusión, sin embargo, la mantuvo Primo de Rivera cada vez con esperanza real más remota hasta el día de su muerte.

A mediados de 1935, José Antonio rompe pública y definitivamente con sus amarras monárquicas y decide acercarse directamente a la única fuerza que puede ayudarle a sobrevivir tras el estallido revolucionario, cada vez, en su opinión, más inminente: el Ejército. Este doble movimiento, negativo y positivo, tiene su expresión más clara en dos actos relativamente próximos entre sí del año 1935: el mitin del cine Madrid y la reunión de la Junta Política en el Parador de Gredos.

El mitin del cine Madrid es el más célebre e importante de todos los actos de la historia de la Falange, sin exceptuar los de los teatros de la Comedia y Calderón de Valladolid. Era el 19 de mayo de 1935 cuando casi nadie —ni los propios falangistas— esperaban que casi doce mil afiliados y simpatizantes abarrotasen el enorme frontón de la plaza madrileña del Carmen convertido a duras penas en cinematógrafo. No bastó la sala y hubo que improvisar altavoces por pasillos y rinconeras.

El discurso de Julio Ruiz de Alda, menos premioso por más ensayado, caldeó el auditorio, lo cual, dicho sea en honor a la verdad, no resultaba nada difícil. Hay que buscar la unidad de España —dijo— en la proyección exterior (ninguna alusión a imperialismos trasnochados). Los testigos recuerdan aún la enorme ovación que suscitó la valiente evocación gibraltareña:

«Desde que España admitió esa puñalada en el corazón, esa puñalada que tenemos que recordar todos los días todos los españoles, que es el hecho de ser Gibraltar inglés (aplausos y vivas a España), desde ese momento España está languideciendo».

Explica Ruiz de Alda la existencia de varias internacionales y comenta certeramente el significado del 6 de Octubre.

Onésimo Redondo, en su intervención, habla, naturalmente, del campo y de Castilla. Pero lo mismo que el día de la Comedia, los comentarios y los recuerdos son también para José Antonio Primo de Rivera, que alcanza en el discurso del cine Madrid su cumbre oratoria.

Por lo pronto, subraya su apartamiento definitivo de la nostalgia monárquica. En los 27 puntos se había omitido toda alusión a las formas de gobierno, para evitar la ruptura abierta con los proveedores de la Falange; pero a estas alturas, consumada la doble escisión, las relaciones con los monárquicos se habían deteriorado y José Antonio fija lapidariamente la posición antimonárquica de la Falange en dos momentos esenciales del discurso:

«El 14 de abril de 1931 —hay que reconocerlo, en verdad— no fue derribada la monarquía española. La monarquía española había sido el instrumento histórico de ejecución de uno de los más grandes sentidos universales.



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