Comando de la República 1: Contacto hostil by Karen Traviss

Comando de la República 1: Contacto hostil by Karen Traviss

autor:Karen Traviss
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Libros Star Wars
publicado: 2012-10-08T16:00:00+00:00


11

Lamentamos informarles que debido a la escasez, nos hemos visto obligados a incrementar el precio del Barq para la nueva temporada. La escasez es debida a dificultades locales. Nosotros, por supuesto, damos preferencia a nuestros clientes habituales favoritos.

—Aviso de la Federación de Comercio a los mayoristas.

Darman había derribado a bastantes tinnies en Geonosis, y una cosa que había aprendido era que ellos estaban construidos para el combate convencional de infantería en un terreno bueno y plano.

No eran tan inteligentes en terrenos traicioneros o sin un oficial orgánico que gritara las ordenes.

Podía ver a un grupo de árboles a un centenar de metros de distancia alineados de tal manera que parecían no chocar contra algo, esperando que eso significara que del otro lado hubiera un acantilado. —Allá abajo—, gritándole a Etain y señalando. —Vamos y prepárate para saltar.

Casi había olvidado el dolor en su hombro. Apretó el rifle contra su pecho y corrió hacia la línea de árboles. Tardó diez segundos. Más adelante la pendiente del terreno se hacía más pronunciada, con arbustos espinosos y suelo fangoso hasta llegar al río, sólo interrumpida por una terraza natural que formaba un pequeño barranco. Cuando volvió a mirar, Etain estaba detrás de él y él no esperaba que estuviera allí.

—¡Sigue adelante! —Jadeó ella—. No veas hacia atrás.

El fuego de blasters de los droides de avanzada golpeaban demasiado cerca las ramas para estar cómodos. Cuando llegaron al borde simplemente la empujó. Ella trató de enderezarse por un segundo antes de caer y rodar por la pendiente. Él se lanzó y rodo detrás de ella.

Darman tenía la protección de la armadura Katarn, pero ella no. Cuando llegaron al fin al fondo de la barranca, Etain era menos que su capa la cual estaba hecha girones. Pero aún tenía dos secciones atadas del cañón E-Web en su mochila. Aferrándose a ellos con gran determinación.

—La próxima vez, déjame brincar a mí, ¿de acuerdo? —Dijo entre dientes—. No soy una completa inútil.

—Lo siento. —Verificando sus granadas—. Voy a quedarme corto de municiones muy pronto. Voy a tener que sacrificar algunos artefactos de demolición.

—Dime lo que estás planeando.

—Tumbar la pendiente, con ellos allí. —Sacó la línea de microminas y se apresuró a regresar algunos metros para colocar una hilera horizontal entre los árboles—. ¿Puedes sacar de la mochila algunos explosivos de calibre, por favor? Cuatro deberían hacerlo.

—¿Qué son?

—Las barras largas de color rojo. Municiones personalizadas.

La oyó jadear al subir la ladera detrás de él. Cuando volvió la cabeza estaba agarrando un arbusto con una mano, y sosteniendo los tubos explosivos con la otra. Sus dedos estaban cubiertos de sangre. Se sintió repentinamente culpable, pero tendría que preocuparse de eso más tarde.

—Gracias, Señora —dijo de forma automática. Balanceándose en un precario equilibrio, sintiendo la tensión en las pantorrillas e impulsándose de arbusto en arbusto. Colocó cada aparato explosivo de forma perpendicular a la pendiente retorciendo la tapa, los cilindros zumbaron y se enterraron profundamente en el suelo. Instalándolos a intervalos de cinco metros.

El tintinear producido por el movimiento de los droides se acercaba, llevado por el todavía aire húmedo.



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