Chavs: la demonización de la clase obrera by Owen Jones

Chavs: la demonización de la clase obrera by Owen Jones

autor:Owen Jones [Jones, Owen]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 2010-12-31T16:00:00+00:00


Es muy difícil organizarse en hoteles, restaurantes y pubs, porque los hay a millares. ¿Cómo hacer una campaña realmente intensa para cubrir cada sitio? Hay una rotación muy elevada de la mano de obra y un gran número de trabajadores inmigrantes cuya primera lengua no es el inglés, sobre todo en los hoteles, así que es más difícil lanzar una campaña organizativa sostenible. Es mucho más fácil para nosotros organizar a trabajadores de fábricas, por ejemplo en fábricas de procesamiento de carne y de pollo —en las que hemos conseguido grandes resultados en los últimos años a la hora de organizar a miles de trabajadores, en su mayoría inmigrantes—, que organizar la a menudo casi invisible mano de obra que trabaja por millares en el sector hotelero británico.

Recuerda la muy exitosa campaña liderada por Unite para impedir que los empresarios incluyeran las propinas como parte de los sueldos de sus trabajadores. Entre los obstáculos que encontró el sindicato estaban las amenazas muy reales que esperaban a muchos trabajadores por parte de sus jefes si se implicaban en cualquier tipo de actividad sindical o hablaban de la explotación que estaban sufriendo. Algunos fueron amenazados con medidas disciplinarias, incluido el despido fulminante. «A nuestros afiliados básicamente les estaban robando de su sueldo lo que los clientes habían elegido darles para reflejar el buen servicio que habían recibido, pero las empresas lo veían como una enorme amenaza a sus ingresos si se cambiaba la legislación, porque estaban ganando millones pagando de menos a estos esforzados y mal retribuidos empleados de restaurante», dice Formby. «No obstante, aunque la campaña de las propinas ha sido un gran triunfo para nuestros afiliados, en realidad se trataba más de presionar al Gobierno y lograr cambios en la ley que de organizar a los trabajadores».

El supermercado de Mary Cunningham presume de una buena presencia sindical. Cuando ella asumió el cargo de representante sindical solo había cincuenta y un afiliados, pero ahora han llegado a 400. Esto es una prueba de su empuje organizativo. Pero, como ella misma dice, no es frecuente. Desde 1996, el porcentaje de sindicados en el comercio minorista nunca ha alcanzado el 12%. Podría parecer que no es mucho, pero es bastante alto para los estándares del sector terciario. Debido a la rotación, dice Mary, «reclutas gente solo para seguir igual. Puedes afiliar a treinta personas en cuestión de meses, pero en ese tiempo hay otras que se han ido, se pierden continuamente… Obviamente, cuando consigues cosas es más fácil reclutar, así que cuando la gente puede decir “Mary hizo esto, y un trabajador recuperó su puesto de trabajo”, eso es algo positivo, y la gente dice “Vaya, creo que me afiliaré”».

A Mary, por otra parte, no le faltan historias de directivos que toman medidas drásticas contra los sindicatos. «En una gran compañía que lleva años por aquí, tuve a cien personas que querían afiliarse al sindicato. Me reuní fuera del centro con dos mujeres, se llevaron un centenar de formularios y casi todos fueron



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