Cazar a November by Adriana Mather

Cazar a November by Adriana Mather

autor:Adriana Mather [Mather, Adriana]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2020-05-05T00:00:00+00:00


DIECISÉIS

Lentamente, la habitación deja de dar vueltas y vuelvo a distinguir su interior: la tela de color crema del sofá que hay bajo mi mejilla, una mesita de café, una chimenea, una alfombra antigua y desgastada de color azul marino y rojo sobre un suelo de madera, un par de sillones y un escritorio robusto. La decoración tan simple y las antigüedades medievales me recuerdan a la academia, pero la habitación tiene más luz y corre el aire. Me incorporo hasta quedarme sentada y noto un fuerte dolor en la cabeza, que hace que la resaca de ayer sea un dolorcillo sin importancia.

Me froto la frente y, de repente, me acuerdo del dardo. Me levanto de un salto buscando a Logan, a Ash o a cualquiera que me explique dónde estoy. El dolor de cabeza se multiplica por diez.

—Mierda —suelto con la mandíbula apretada.

—Será mejor que te sientes y que te bebas ese brebaje asqueroso que te ha preparado Ash.

Durante unos segundos creo que estoy alucinando. Anoche me pareció oír su tono de voz, pero el dardo me dejó fuera de juego tan rápido que no estaba segura.

—Sí, sí. Qué sorpresa te has llevado al verme. No te puedes creer que sea real. Soy un sueño hecho realidad, tu caballero de reluciente armadura. —Toma aire—. Ahora bébete ese fango negro para que podamos ponernos en marcha. Muy amablemente, Logan mezcló el sedante del dardo con veneno; por eso te duele la cabeza. Te dimos el antídoto a tiempo… obviamente. Bueno, más bien fui yo. Pero es evidente que tiene efectos secundarios.

No puedo dejar de mirarla sin moverme un ápice. Viste de negro, con un atuendo parecido a los uniformes de la academia, con un cinturón de herramientas en la cintura repleto de cuchillos y viales con sabe Dios qué. Tiene el pelo tras las orejas y lleva un delineador negro que nunca le había visto. Me recuerda a un cartel de una película de asesinos. Malota total.

Cuando consigo abrir la boca, lo único que puedo decir es:

—Aarya… pero… no lo entiendo. ¿Estás aquí?

Ella pone los ojos en blanco.

—A veces se me olvida lo lenta que eres. Que. Te. Bebas. La. Cosa. Negra. Esa.

Me siento en el sofá, agradecida por el apoyo que me dan los cojines, y cojo el vaso de la mesita de café. No hablaba en broma cuando lo llamó «asqueroso». Sabe como si fuera una mezcla de barro, baba de caracol y aguas estancadas. Decido que cuanto antes mejor y me lo bebo de golpe. Cuando me lo termino, me llevo la mano a la boca, con miedo de vomitarlo.

Aarya se desploma sobre una de las sillas afelpadas que hay delante de mí y pone las piernas sobre uno de los brazos, como si todo fuera de lo más normal.

—¿Dónde está…? —empiezo a decir.

La bebida, aunque es una medicina horrenda, empieza a hacer efecto. Me rebaja el dolor y puedo pensar mejor.

—¿Ash? —dice Aarya para terminar mi pregunta—. Volverá enseguida.

—Pero ¿qué ha pasado con…?

Aarya levanta la mano para que me calle.



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