Causas Naturales by Varios autores

autor:Varios autores
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial México
publicado: 2014-01-31T00:00:00+00:00

En casa

Hacía mucho tiempo que los buitres no sobrevolaban esta ciudad. Tanto que la mayoría de nosotros había perdido la costumbre de mirar al cielo antes de salir de casa para saber cuáles calles convenía evitar. Había algunos que, incluso, no guardaban recuerdo de ellos ni de las angustiantes formas que dibujaban en el aire.

Yo creía estar en ese último grupo, pero, por desgracia, no podía contarme en él. Ni siquiera podía pretender que pertenecía a la clase de los que, a pesar de recordar, no le daban importancia al asunto. Si alguna vez hubiera apostado dinero a que al menos era capaz de controlarme en presencia de un buitre, lo habría perdido todo la tarde en que me arrojé al suelo tan pronto como escuché el batir de las alas de uno de ellos, que no intentaba atraparme a mí, sino a una gata que estaba en el mismo callejón por el que yo deambulaba.

Comencé a hiperventilar cuando mi oído, que reconoció el sonido, me llevó de golpe a la época en que los gatos se hicieron muchos en la ciudad y se los trató como plaga. Entonces había siempre varios buitres devorando los cadáveres con colas amontonados en las aceras. Y llegó un momento en que ni siquiera esperaban a que estuvieran muertos. Lo sé porque, de niño, yo había visto a uno llevarse vivo a un gato que no era de esos flacuchos sin pedigrí y sin vacunas, sino un gato de casa, uno de esos por los que se paga mucho porque tienen sus papeles en orden, viajan en bolsos para transporte y reciben infinidad de cumplidos.

A mí los gatos me han producido siempre una mezcla de asco y aprensión. Nunca me ha gustado cómo miran ni su manera de moverse, pero no pude alegrarme por lo que le sucedió a ese, a pesar de que entonces le pedía siempre a los adultos que hicieran algo para librarme de ellos. La expresión desorbitada de sus ojos y los gritos que profirió me perturbaron de tal manera que, en adelante, salí de la casa lo menos posible y nunca sin compañía. No quería arriesgarme. Pensaba que, si un buitre había podido llevarse a un gato como ese, no se le dificultaría demasiado llevarme a mí si lo deseaba.

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