Casa capitular Dune by Frank Herbert

Casa capitular Dune by Frank Herbert

autor:Frank Herbert [Herbert, Frank]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ciencia ficción
ISBN: 8473864239
editor: Ultramar Editores, S. A.
publicado: 1986-09-30T22:00:00+00:00


Capítulo XXVI

Desarraiga tus preguntas de su suelo, y podrás ver sus colgantes raíces. ¡Más preguntas!

Mentat Zensufi

Dama estaba en su elemento.

¡La Reina Araña!

Le gustaba el título que le daban las brujas. Aquél era el corazón de su tela, su nuevo centro de control en Conexión. El exterior del edificio aún no encajaba con ella.

Demasiado de la complacencia de la Cofradía en su diseño. Conservador.

Pero el interior había empezado a adquirir una familiaridad que la relajaba. Casi podía imaginar que nunca había abandonado Dur, que no había habido ni Futars ni el desgarrador regreso al Antiguo Imperio.

Permanecía de pie en la puerta abierta de la Sala de Asambleas, mirando al Jardín Botánico. Logno aguardaba cuatro pasos tras ella. No demasiado cerca de mí, Logno, o tendré que matarte.

Aún había rocío en el césped más allá del enlosado donde, cuando el sol se hubiera alzado lo suficiente, los sirvientes distribuirían confortables sillas y mesas. Había ordenado a Clima un día soleado, y sería mejor que lo produjeran. El informe de Logno era interesante. Así que la vieja bruja había regresado a Buzzell. Y estaba furiosa también. Excelente. Sabía a todas luces que estaba siendo vigilada, y había visitado a su bruja suprema para ser retirada de Buzzell, para obtener refugio. Y éste le había sido negado.

No les importa que destruyamos sus miembros con tal de que su cuerpo central permanezca oculto.

Hablando por encima del hombro a Logno, Dama dijo:

—Tráeme a esa vieja bruja. Y a todas sus ayudantes.

Mientras Logno se volvía para obedecer, Dama añadió:

—Y empieza a hacer pasar hambre a algunos Futars. Los quiero hambrientos.

—Sí, Dama.

Alguien ocupó la posición abandonada por Logno. Dama no se volvió para identificar a la reemplazante. Siempre había las suficientes auxiliares para llevar las órdenes necesarias. Una era completamente igual a otra excepto en lo referente a la amenaza. Logno era una constante amenaza. Me mantiene alerta.

Dama inhaló profundamente el fresco aire. Iba a ser un buen día precisamente porque eso era lo que ella deseaba. Reunió sus memorias secretas y dejó que la apaciguaran.

¡Bendito sea Guldur! Hemos hallado el lugar para reconstruir nuestra fuerza.

La consolidación del Antiguo Imperio estaba produciéndose tal como había sido planeada. No podían quedar muchos nidos de brujas ahí afuera y, una vez localizada aquella maldita Casa Capitular, sus miembros podrían ser destruidos a placer.

Ahora Ix. Esto era un problema. Quizá no hubiera debido matar a esos dos científicos ixianos ayer.

Pero los estúpidos se habían atrevido a exigir de ella «más información». ¡A exigir! Y tras decir que aún no habían hallado ninguna solución para rearmar El Arma. Por supuesto, ellos no sabían que era un arma. ¿O sí? No podía estar segura. De modo que había sido una buena idea matar a esos dos después de todo. Enseñarles una lección.

Traednos respuestas, no preguntas.

Le gustaba el orden que ella y sus Hermanas estaban creando en el Antiguo Imperio. Hasta entonces había sido demasiado vagar, demasiadas culturas diferentes, demasiadas religiones inestables.

La adoración a Guldur les servirá como nos sirve a nosotras.

No sentía ninguna afinidad mística hacia su religión.



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