Cartas desde el desierto by Manu Carbajo

Cartas desde el desierto by Manu Carbajo

autor:Manu Carbajo [Carbajo, Manu]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Suspense
editor: Puck
publicado: 2020-02-18T14:54:21+00:00


—Erika… —susurro.

Y entonces veo a mis padres en casa, arropándome cuando era tan solo un bebé. Veo a Erika ayudándome a montar el puzzle que me trajeron los Reyes Magos cuando tenía seis años. Veo a mamá llevándome de la mano durante mi primer día de colegio. Veo a papá tirándose conmigo por el tobogán de nuestro parque acuático favorito.

Pero de repente la luz se vuelve negra y veo a Erika diciéndome que está enferma. Escucho a mamá y a papá llorar a escondidas en su habitación. Veo el hospital en el que la vi por última vez y me vuelvo a enfrentar al recuerdo en el que se despidió de mí.

—Basta… —suplico. No quiero enfrentarme a esto. No quiero.

La luz se vuelve más oscura, pero no deja de iluminarme, como si cada rayo fuera una puñalada de dolor e impotencia. Las voces se han multiplicado. Me veo gritando a mis padres, pegando a mis amigos, huyendo del colegio. Veo cómo me encierro en mi habitación y lloro desconsolado metiendo la cabeza debajo de mi almohada. Siento que me ahogo. Que me vuelve a dar un ataque de pánico, pero esta vez hay tanta oscuridad que no puedo coger aire.

Y entonces aparece él.

Con sus marcas de despigmentación, mirándome por primera vez en el Convoy Errante, asustado porque el tren se había detenido en mitad de la nada. Veo el miedo en sus ojos marrones que los dos compartimos con la primera novatada. Veo nuestro primer paseo por la guardia. Con cada recuerdo que tengo de Unai, la luz se empieza a volver más blanca, cálida y brillante.

Veo la valla.

El cielo estrellado.

El abrazo.

Nos veo fundidos en uno. Aterrados pero tranquilos porque nos tenemos el uno al otro.

Entonces lo veo a él en la azotea. Solo. Mirando al cielo que ha sido testigo de todo. Esperando a que suba a nuestro encuentro.

Y siento una punzada de dolor en el corazón porque eso no va a pasar. La culpabilidad me invade de nuevo porque no he sido capaz de decirle a tiempo que lo quiero. Que me he enamorado de él. No he sido capaz de estar a su altura, de ser valiente y justo con él.

Solo quiero otra oportunidad. Sé que de mi hermana no me quise despedir, pero no me quiero ir sin decirle nada a Unai. Por favor.

—Enano. —Vuelvo a oír.

—No, no quiero. Todavía no, Erika. Mi destino no es este. Yo no…

Dejo de sentir los pulmones. No puedo respirar. Tampoco hablar.

El rostro de mi hermana aparece en la luz. Sonriente. Siento su calor.

Su paz.

Y lo último que veo es cómo se acerca a mí, me seca las lágrimas, pone sus manos en mis hombros y me dice:

—Cierra los ojos. Respira. ¿Preparado? Uno, dos, tres, cuatro…



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