Carson of Venus by Burroughs Edgar Rice

Carson of Venus by Burroughs Edgar Rice

autor:Burroughs, Edgar Rice [Burroughs, Edgar Rice]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fiction, General, Science Fiction
ISBN: 9780345370105
editor: Del Rey
publicado: 1971-01-01T23:00:00+00:00


en el acto al hermano de Lodas y comprobé, horrorizado, en la expresión de sus ojos, que, a su vez, me había reconocido; al menos así me pareció.

—¿Cómo te llamas? —le pregunté.

—Horjan —repuso.

—¿Por qué estás aquí?

—Hace poco delaté a un extranjero que se había ocultado en mi casa —repuso—. Cuando acudieron los guardias había desaparecido. Se enfadaron mucho conmigo e igual le pasó a un vecino al que comuniqué lo que ocurría. Hoy acudió a los guardias zanis y les dijo que había visto aquel hombre al que oculté yo, que yo hice la delación sólo porque sabía que me iba a delatar. Les dijo que aquel hombre era un espía de Sanara y que aún se encontraba en la ciudad.

—¿Y cómo sabes que aún se encuentra en la ciudad? —le pregunté.

—Porque dijo que le había visto y que nunca olvidaría sus ojos y su cara; declaró que llevaba el uniforme de oficial de la guardia zani.

Sabía yo que el amigo de Horjan no me había visto y que aquella versión era un ardid de Horjan para comunicarme que me había reconocido.

—Sería peligroso que tu amigo levantara falsos testimonios contra un oficial de la guardia zani —le advertí—. A cualquiera que se atreva a hacerlo se le torturaría y luego se le mataría. Pero acaso fuera conveniente interrogar a tu amigo para saber si efectivamente vio a ese desconocido en tu casa y sabe describirlo. Horjan palideció. Comprendió que había cometido un error y estaba aterrado, pues sabía que su amigo no me había visto nunca y no podía describirme.

—Espero que no tengas un disgusto serio —continué—. Es deplorable que se pierda tanto tiempo en Amlot con todos esos chismorreos. A mucha gente les valdría más atarse la lengua.

—Sí —balbució Horjan, débilmente—; hay demasiados chismorreos. Pero puedes estar seguro de que yo no seré de los charlatanes.

Supuse que hablaba sinceramente; pero el incidente me inquietó. Ahora tenía que dar en seguida los pasos necesarios para huir de Amlot. Pero, ¿cómo? La situación se complicaba aún más con el hallazgo de Mintep.

Al día siguiente volvió Torko y tuve que ir a practicar un arresto al barrio de los hombres cultos y de carrera. Vivía en aquel barrio mucha gente en otros tiempos, porque los amtorianos mostraban siempre gran afición por los problemas científicos. Los pocos hombres de ciencia que aún no habían sido asesinados permanecían confinados, sin que se les permitiese abandonar el barrio, que tenía mala reputación entre los zanis, los cuales realizaban violentas incursiones en él por el menor motivo. Los zanis detestaban a los hombres de ciencia, como detestaban a todos los que eran superiores a ellos en cualquier aspecto.

Mientras me dirigía al mencionado barrio, crucé ante un campo en el que centenares de niños eran sometidos a instrucción premilitar bajo la dirección de kordoganes de la guardia zani.

Había niñitos de cinco y seis años y muchos otros de mayor edad. Por toda Amlot se veía el mismo espectáculo. Tal era la única instrucción que recibían los niños zanis.



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