Carne de primera by Rafael Estrada

autor:Rafael Estrada [Estrada, Rafael]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2015-01-01T05:00:00+00:00

12

Urko

La mujer llevaba a dos niños de la mano, vestidos de domingo, con las caritas congestionadas y las tripas a punto de reventar por la presión. El padre los esperaba sentado, con un vermut en la mano, presidiendo la mesa, a medio metro de ella, porque la tripa le impedía acercarse. Pidieron para cenar las famosas chuletas de cerdo del asador y «Una botellita del vino de la casa, por favor».

La mesa que ocupaban se encontraba situada a la izquierda de Urko; a la derecha había una pareja de jóvenes muy enamorados y, frente a él, una señora grande, del tamaño de una mesa camilla, que comía como si se lo fueran a quitar. Olía a carne asada y a vino; en un discreto segundo plano, los perfumes y colonias competían entre ellos con escaso éxito, mucho menos del que tenían los cuadros con motivos rústicos y los aperos de labranza colgados de las vigas, que creaban ambiente, aunque la clientela solo reparaba en ellos cuando las conversaciones decaían o se volvían incómodas. Allí se había ido a comer, a hartarse si era posible, para contar al día siguiente lo llenos que salieron y lo bien que lo pasaron. Urko se levantó y fue al servicio. Se lavó las manos, esperando a que saliera el tipo que se estaba peinando, que no tardó en conseguir el efecto deseado y escapar a toda prisa para seguir zampando. Entró en el excusado y metió en el desagüe la esponja que había secado al sol, comprimida. El resultado era una masa compacta, áspera y reducida, del tamaño de una patata frita que al entrar en contacto con el agua y recuperar su forma original se convertiría en un problema muy caro para el restaurante. Seguro que tendrían que desmontar el suelo y levantar unas cuantas tuberías hasta dar con la esponja. Tiró de la cadena e hizo una foto con el móvil mientras subía el nivel del agua, repitió la operación en los otros retretes y salió a poner en práctica la segunda parte del plan.

Cuando le sirvieron las chuletas se desabrochó la camisa, porque se estaba agobiando solo de verlas. Recortó la grasa alrededor de la carne y se la tragó de un bocado, sin pan, bebió vino, cortó y empapó el primer trozo de carne sangrante en el aceite, lo introdujo en la boca y empezó a masticarlo. Otro trago de vino. Ya estaba notando la sensación. Miró a la familia a su izquierda, para asegurarse de que ya habían probado la carne. Los niños estaban rebañando el plato, con ansia canina, y los padres ya casi habían terminado. Hizo como que tecleaba algo en el móvil y les tomó una foto, para cubrir la noticia. Debía seguir. Un nuevo trozo de carne y más vino en la copa. Hizo un tremendo esfuerzo por controlar las náuseas y siguió comiendo. Tuvo el primer sudor frío antes de terminar las chuletas, sintió la primera arcada y se levantó, sin retirar la silla, volcándola al suelo, con el fin de que la atención de todos los comensales se concentraran en él.

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