Caricias del infierno by Lena Valenti

Caricias del infierno by Lena Valenti

autor:Lena Valenti [Valenti, Lena]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-07-13T00:00:00+00:00


XIV

Hoy está siendo un día muy extraño. Estamos a las puertas de las Lupercales y nos estamos preparando para ir a ese evento de pecado, vino y fornicación sabiendo que algunos quieren nuestras cabezas y otros, al parecer, me quieren a mí, pero ninguno sabe realmente quiénes somos Adonis y yo.

Y, sin embargo, hay una parte de mí que está emocionada. Adonis me ha dicho que puede que esta noche sea nuestra última participación rodeados de toda esa corte de locos sociópatas millonarios y que Nico y él tienen pensado darles un mazazo más que definitivo en la Floralia, pero sin arriesgarnos más de la cuenta ni tener la necesidad de estar presentes. No obstante, hoy debemos ir para no levantar sospechas y zanjar un asunto pendiente del que aún no me ha querido hablar para no preocuparme.

Ya debería conocerme. Eso me pone peor y más expectante.

Y, para colmo, estoy un tanto angustiada porque mi monito sigue un poco malita, con fiebre alta. Mi madre dice que es un proceso gripal, que la ha llevado al médico y le han quitado importancia, que le dé algún antitérmico infantil. Nunca he estado lejos de ella cuando ha estado enferma y tengo ganas de cuidarla y de verla.

—¿Estás preocupada por Venus? —me pregunta Adonis mientras me ayuda con la parte de atrás del increíble vestido que llevo. Me he recogido el pelo en dos trenzas laterales africanas. Parezco una amazona en vez de una romana, pero me da igual, porque lo que he aprendido de los juegos báquicos es que lo importante es retar con la vestimenta y con la actitud. Les gusta lo sensual y lo salvaje, aunque lo intenten disfrazar de clasismo y hedonismo envanecido. Eso les encanta a los vires, pero más aún a las virtuosas. Aparentar, presumir, desafiar…, unas lo hacen con más discreción que otras, pero todas buscan lo mismo: poner cachondos a los vires y provocarlos hasta que tengan que correr tras ellas.

Por supuesto, me he maquillado con los mismos colores de este vestido negro con una apertura en la pierna y pedrería roja de brillantes que hacen que parezca la novia del Infierno; debajo, llevo un tanga oscuro y unas pezoneras a conjunto. Nunca antes en mi vida me había puesto unas y había ido así.

Dice Adonis que estoy increíble, pero yo creo que todo es demasiado.

—Es mi pequeña —contesto con sinceridad a su pregunta—. Las mamis lo pasamos mal cuando nuestras cachorras están enfermas.

Adonis sonríe porque le hace gracia cómo hablo de ella. Parece que me entiende perfectamente.

—Estará bien —asegura él—. Tu madre se encarga. No hay mejor cuidadora para ella.

—En eso te doy la razón. Espero que mañana la niña ya empiece a encontrarse mejor, pobrecita.

—Seguro que sí. —Adonis acaba de proceder con el broche trasero del vestido—. ¿Estás nerviosa por esta noche, Ares? —Me da la vuelta y me toma de la cintura.

—Es la primera vez que tengo ganas de ir a un juego báquico porque sé que va a ser el último —reconozco pasando los dedos por esa camiseta transparente y negra que lleva.



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