Caricias de satén by Loretta Chase

Caricias de satén by Loretta Chase

autor:Loretta Chase [Chase, Loretta]
Format: epub
Tags: love_history
editor: www.papyrefb2.net


Longmore inspiró y espiró despacio, tras lo cual se apartó igual de despacio. No había pasado el tiempo suficiente para que su excitación remitiera, aunque no era un problema para él. Lo difícil era pensar, porque sentía un maravilloso aturdimiento en la cabeza, y prefería seguir en ese estado antes que regresar al que había soportado unos minutos antes.

Miró al autor de la interrupción con los ojos entrecerrados. Sophy no estaba muy desaliñada, pero sí un poco. Tenía el sombrero torcido y los labios hinchados, y lo miraba con los ojos abiertos de par en par y expresión asombrada.

Estaba deliciosa.

—Solo estaba despidiéndome —adujo él, con voz más ronca y grave de lo normal.

—¿Así lo llama? —le preguntó ella.

—Voy a dejarte aquí —dijo—. Con lady Durwich. Podéis hablar de sentimientos a vuestro antojo.

Ella dio un tirón al lazo que tenía bajo la barbilla, deshaciéndolo. Se quitó el sombrero y lo golpeó con él. Lo golpeó en el pecho, en el brazo y de nuevo en el pecho. Después se alejó. El sombrero, que colgaba de sus dedos por las cintas, se balanceaba contra sus faldas mientras se alejaba contoneándose.

—¡Te perderás en este sitio sin mí! —le gritó.

—No lo creo —le aseguró ella sin volverse.

Longmore se encogió de hombros y se enderezó su propio sombrero, momento en el que se percató de que el guardia de palacio no se había marchado. Estaba a unos pasos de él y lucía una expresión pétrea.

—¿Querías algo? —le preguntó.

El hombre miró hacia una ventana. A través del cristal ondulado se vislumbraba una forma oscura.

—Lady Flinton es bastante estricta con la moral, milord —respondió el guardia—. Se altera mucho con lo que ella considera «actividades inmorales». Me ha dicho que lo detenga.

Longmore saludó con el sombrero a la figura de la ventana.

A continuación salió en pos de Sophy.

Tal como había esperado, había tomado la dirección equivocada. La encontró en el Patio del Reloj, golpeándose la falda con el sombrero mientras observaba el reloj astronómico.

—Dijiste que me apuñalarías si volvía a besarte —le recordó.

Sus ojos azules, que ya no estaba velados, sino que mostraban una expresión fría y calculadora, se apartaron del reloj y se clavaron en él.

—He buscado un arma, pero parece ser que todas tienen dueño.

—¿Quieres que te lleve a la Cámara de la Guardia? —le preguntó él—. Hay toda clase de lanzas, picas y demás objetos punzantes colgados de las paredes.

—Sí, por favor —respondió ella.

—Por desgracia, no tenemos tiempo —dijo Longmore—. Debemos encontrar a mi hermana. —La cogió del brazo. No resultó tan sencillo como cabría pensar. La parte superior era como un cojín muy grande. Tuvo que cogerla de la parte inferior... casi de la muñeca. Sintió la tentación de cogerla de la mano, pero sospechaba que eso lo afectaría de nuevo, y ya habían malgastado demasiado tiempo.

En fin, no lo habían malgastado, pero aun así...

La cogió del antebrazo con fuerza y la arrastró.



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