Cadete del espacio by Ángel Torres Quesada «Alex Towers»

Cadete del espacio by Ángel Torres Quesada «Alex Towers»

autor:Ángel Torres Quesada «Alex Towers»
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ciencia ficción
publicado: 1985-08-09T22:00:00+00:00


6

EL mercante Megifa apareció en el cielo de la ciudad de Wanday mucho antes de lo calculado, efectuó un descenso impecable y nos acercamos a él apenas se disipó el humo alrededor de su base.

Yo había visto de lejos que era un modelo bastante nuevo, con grandes bodegas, un sistema avanzado, sin duda producto de la tecnología del Borde, y me pregunté también si no ocultaba en su fuselaje algún que otro medio de ataque o defensa. De la gente de Alprey, según tenía entendido, uno podía esperarlo todo.

Pero su jefe, el honrado Ojorey, se comportó como un comerciante, diplomático y mesurado al hablar cuando no trataba de negocios. Tuvimos con él la primera entrevista en un cuarto del edificio de administración del campo, los tres miembros en Byca del Orden, el autarca y su inseparable general Millastry.

Al principio noté en Ojorey que se resistía a dirigirse a Jara Korelle como la principal representante del Orden. Instintivamente desviaba su mirada hacia mí, como si yo fuera quien en realidad debía llevar la voz cantante.

Quizá la actitud de Ojorey era fingida y realmente no se tragaba que Jara fuera un coronel, o era que dudaba y no se atrevía a decidirse a llamarnos embusteros y a preguntamos cuál era nuestro juego. Lo cierto era que él había tenido más intuición que yo y desde el primer momento, cosa que aún no comprendía, se había dado cuenta de que nuestro jefe era una chica, increíblemente joven para ostentar el grado de coronel. Parecía como si por ser femenina la hubiera olido a través de la proyección holográfica.

Después de las primeras frases protocolarias deduje que el alpreyano no hacía sino esperar el momento conveniente para exigimos que mostráramos nuestras cartas, tal vez cuando ningún nativo estuviera presente.

—Nuestros medios de comunicación están a su disposición, coronel —dijo Ojorey tras apurar la copa de licor que le había obsequiado el general Millastry. De reojo observó a los dos nativos y pareció dudar un instante antes de hacer la siguiente pregunta—: ¿De qué se trata su otra petición?

Jara Korelle no respondió enseguida. Por primera vez la vi titubear, moverse incómoda en su asiento. Comprendí que cuanto tenía que exponer a Ojorey no quería hacerlo delante de los wandayanos.

Chasqueé los dedos y dije a Horace:

—Sargento, creo que éste es un buen momento para que usted comunique al Honorable Trohjo y al general Millastry el tipo de compensaciones que están obligados a recibir por el buen trato dado a nuestro coronel durante su estancia.

—Oh, eso podría esperar —dijo Millastry.

—Piénselo, general —insistí—. Además, el sargento podría darle una lista de los mundos del Orden para que usted elija a dónde podría ir como embajador de Wanday.

Aquello terminó de disipar la curiosidad de Millastry por enterarse de todo lo que allí iba a hablarse y se levantó de un salto, arrastrando con él a su señor, quien lo siguió de mala gana.

—Creo que todos hemos coincidido en nuestros deseos de dialogar sin testigos molestos —comentó Ojorey apenas nos quedamos solos los tres.



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