BROG by Fernando Bendala Álvarez

BROG by Fernando Bendala Álvarez

autor:Fernando Bendala Álvarez [Bendala Álvarez, Fernando]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 2020-08-26T00:00:00+00:00


34

Niebla Perpetua

Anduvieron un par de horas hasta una larga, oscura y tenebrosa avenida que desaparecía a lo lejos tragada por un gigantesco muro de densos y gruesos jirones de bruma gris, a veces claros y a veces oscuros, que se movían lentos y perezosos. Guillermo tuvo la sensación de que entrar en el interior de aquella espesa nube sería como meterse en un bol de melaza. Miró su reloj. Medianoche.

El cielo iluminaba con una claridad espectacular la calle, muy singular debido a la vegetación y los árboles de hojas oscuras plantados a ambos lados de su amplia calzada central.

Anduvieron recelosos ante los frentes de las tumbas, algunos de ellos con unas columnatas gruesas, tan juntas que no se podía pasar entre ellas e ideales para emboscarles. Otras fachadas, las más inquietantes, tenían unas aberturas similares a ventanas por las que asomaba un resplandor como si la vida continuara con normalidad en su interior.

—Quizá —le comentó Tacla a Guillermo en relación a esos huecos—, con la intención de simular que es una vivienda y que está habitada.

Sin embargo, a Guillermo le inquietaba pensar que un cadáver no hubiera parecido más muerto que esos frentes repletos de ventanas falsamente vivas.

El ingeniero avanzaba cubriendo el flanco derecho con el fusil sostenido en una actitud de militar profesional impropia de un civil, mientras Guillermo hacía lo mismo por el lado izquierdo, preparados ambos para disparar en cuanto algo se moviera en las tumbas o en las bocacalles que atravesaban.

Delante de ellos, Insele se mantenía atenta al frente, tan castrense como Tacla. Sin embargo, el temeroso Schilí andaba tan cerca de Guillermo que este notaba en ocasiones su aliento en la nuca.

A petición del ingeniero se acercaron a uno de los árboles. Acarició de arriba abajo el tronco de uno de ellos y luego intentó arrancar una de las hojas. No pudo. Entonces, la examinó con atención y anunció:

—Es sintética. Por lo que veo, deduzco que los suil no lograron dominar el tiempo hasta el extremo de alargar la vida. O sea, no lograron la inmortalidad. Sin embargo, la vida sí que ha llegado a este lugar porque crecen hongos en la base de estos falsos árboles —se volvió hacia Guillermo y concluyó—: Los suil consiguieron hacer casi eterno lo inanimado, pero no lo lograron con la vida.

Cerca de la nube el banco de niebla dejó de ser frío y seco, y se hizo más agradable. Vislumbraron entre los jirones de la bruma algo similar a la llama de un farol, como una estrella amarillenta detrás de la niebla.

De repente, la luz descendió lentamente y luego volvió a subir. Después desapareció. Un escalofrío recorrió la espalda de Guillermo. Tacla e Insele vacilaron en su avance.

Unos pasos más adelante quedaron envueltos por completo en un calor inusitado y una elevada humedad. Aparecieron nuevas luces similares a la primera, unas fijas y otras vacilantes como llamas a punto de apagarse; unas inmóviles y otras oscilando suavemente de arriba abajo.

Guillermo oyó a Tacla tragar saliva.

Insele se detuvo y las señaló:

—¿Y eso?, —le preguntó a Schilí, con un deje mal disimulado de nerviosismo.



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