Blood magic by Tessa Gratton

Blood magic by Tessa Gratton

autor:Tessa Gratton
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fantástico, Novela, Juvenil
publicado: 2016-11-16T16:00:00+00:00


Enero de 1961

El primer mes de una nueva década. He escuchado en la radio unos consejos para tomar decisiones que sirven para mejorar la calidad de vida. Consejos como: «Ten siempre la cena lista a tiempo», «Abrillanta tus zapatos y mantén tu peinado en su sitio», «Plancha a diario», «Descansa quince minutos antes de que tu marido llegue a casa para estar fresca y alegre cuando lo recibas».

Me dije: Voy a encontrar a mi mago errante y lo arrastraré de vuelta a casa conmigo. No pasará otra década perdido entre sus petulancias y sus anhelos. Ya he tenido quince años para descansar. Y él tendrá la frescura que necesita.

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Silla

Fue un alivio poder concentrarme en los ensayos y llegar a ellos sin encontrarme con Josephine y sin que me expulsaran. Lo conseguí acurrucándome en mi pupitre e ignorando todo lo que no fuera el libro de texto que tenía delante, manteniendo la mirada baja en los descansos entre clase y clase.

Macbeth se estrenaría en algo menos de dos semanas, y solo teníamos cuatro ensayos más antes de empezar con los detalles técnicos, eso asumiendo que consiguiera sobrevivir hasta entonces, claro.

Entre las escenas, Stokes me envió al pasillo junto con Wendy y Melissa para que arreglaran nuestros disfraces. Tuve que dejar la chaqueta en el auditorio, y apenas tuve tiempo para cambiar la sal al bolsillo de mis vaqueros. La navaja seguía en el bolsillo de la chaqueta.

Stokes le había dado un toque contemporáneo a la obra, y las brujas tendrían un look gótico, con maquillaje negro y demás. El grupo de costura nos había confeccionado unos corsés llenos de ballenas plateadas. Madison, que era la que se encargaba del mío, me acusó de haber perdido más de un centímetro de cintura.

—Tienes un aspecto horrible, Sil —dijo Wendy, que tenía los brazos alzados para que una de las novatas pudiera ponerle los alfileres en la parte superior del corsé.

—Vaya, muchas gracias.

—Parece que hubieras echado una carrera a través de un campo lleno de alambre de espino —añadió Melissa, que se encontraba junto a la pared. Qué amable de su parte dejar de ignorarme para meterse conmigo.

Bajé la mirada. Había un hueco de alrededor de un centímetro entre el corsé y mis pechos. A pesar de que el sujetador y el suéter estaban en medio.

—¿Comes bien? —preguntó Madison—. Porque, si te digo la verdad, esto no te sujetará las tetas a menos que quede bien ceñido.

—¿Comes bien? —preguntó Madison—. Porque, si te digo la verdad, esto no te sujetará las tetas a menos que quede bien ceñido.

—Sí, como bien, y siento mucho no tener el aspecto de una modelo de Vogue —dije sin molestarme en ocultar la amargura de mi voz.

—Sí, como bien, y siento mucho no tener el aspecto de una modelo de Vogue —dije sin molestarme en ocultar la amargura de mi voz.

PáginaZoZ

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—Es una lástima, sí, porque ten emos que rehacer una y otra vez tu maldito corsé.

—No te preocupes, le pondré relleno o algo así.

—No estarás vomitando, ¿verdad? —inquirió Melissa.



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