Blanca mentira by Susett F. Onarres

Blanca mentira by Susett F. Onarres

autor:Susett F. Onarres
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Relato
publicado: 2016-01-24T23:00:00+00:00


Capítulo 11

Al ver que ella no se encontraba bien, aquel caballero se rehusó a que se marchara en esas condiciones. Haciendo que aquella mentira creciera, al ver como la señora Anne Blackmore seguía fingiendo que era la tía de Caroline, mientras ella estaba en su hogar, tras su imagen de “Sandra”.

— Buenos días… ¿Se puede entrar?— preguntó lord Collingwood, antes de entrar a su habitación, mientras la señora Anne Blackmore desayunaba.

— Buenos días, lord Collingwood… Sí, puede pasar…

En ese instante entró, encontrándosela de pie. Vestida, dispuesta a marcharse ese día.

— ¿Cómo amaneció? Se ve un poco mejor…

— Sí, gracias… Me siento más fuerte para regresar a casa de mi tía.

Medio sonrió, se sentía tan culpable, por lo que miró hacia la ventana. Mirando con sus ojos, aquel hermoso día.

— ¿Le gustaría salir un momento a caminar?

— Disculpe…— dijo al no saber si había escuchado bien.

— Discúlpeme a mí…— sonrió—. La acabo de invitar a caminar en mi jardín y en sus senderos… Bueno… Si usted me lo permite.

De pie ante la ventana, con la mirada aún perdida en aquellos pensamientos que le aturdían, quizá esa sería su última oportunidad de decirle lo que guardaba en su silencio, antes de herirle con aquella verdad, se forzó a concentrarse en qué era lo correcto. En cuanto a lo demás, no había mucho que pensar, a su parecer lord Collingwood se había enamorado de una mentira. Y ella sentía que no tenía el derecho de que se enamorase de ella realmente. No cuando con aquella verdad se le iba a romper el corazón a aquel caballero… Y pondría al descubierto que la verdadera Sandra no deseaba aquel compromiso. Ni mucho menos casarse con él.

Con un suspiro profundo, se apartó de la ventana. La sensibilidad ya no era su fuerte; toda inclinación que hubiese tenido en esa dirección había sido erradicada cuando había caído en aquel juego del cual quería escapar sin lastimar a nadie. Sabiendo tan bien que el primer lastimado sería su corazón y luego aquel caballero. Tardó apenas unos pocos segundos para recordarse que lord Collingwood esperaba una respuesta.

— Perdone, sí, por supuesto…

Llegaron hacia la casita de té del lago que estaba en su propiedad, algo retirado de su casa. Era como privado, para momentos en que se quería estar retirado. Pasaron con todo cuidado por entre las hierbas crecidas que bordeaban el camino hasta la puerta. Y entraron a aquel lugar…

— ¿Te gusta este lugar?

— Es realmente precioso…

— Me agrada saber que te guste… Cuando nos casemos he pensado mudarnos a una propiedad como ésta.

— ¿Cómo ésta?

— Amo los lugares que expresen paz…— confesó al tomar su mano derecha—. Al igual que amo que hayas sido tú mi prometida… Jamás pensé que sería tan bendecido. Y no puedes imaginar cuanto ansío el día de nuestra boda.

Ella sonrió, aun cuando su mirada expresara tristeza. Mientras su interior pensaba: << Yo también… Pero no soy quien crees. Y es tan cruel saber que me he enamorado de ti…Siendo para mí un completo imposible… >>

Se acercó a ella, mientras sus ojos lo miraban.



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