Blackout by Simon Scarrow

Blackout by Simon Scarrow

autor:Simon Scarrow [Scarrow, Simon]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2021-03-18T00:00:00+00:00


Capítulo diecisiete

Se apoyó en el quiosco junto a la estación de metro de la puerta de Brandeburgo, al final de Unter den Linden. Un viento helado se colaba entre las columnas de la puerta, y hacía que los estandartes rojos que colgaban del entablamiento se agitasen como las alas de una gigantesca águila. Aunque la noche era fría, el bulevar estaba lleno de gente, así que no llamaría la atención de nadie vigilando la entrada frente al hotel Adlon. Una marquesina recorría la acera, hacia los taxis, y dos porteros con abrigos de doble botonadura se encargaban de ayudar a los clientes del hotel a salir y entrar por las puertas.

Unas dos horas antes había seguido a Schenke desde la comisaría de Schöneberg; había ido tras él hasta la estación y tomado el mismo tren, y se había instalado unos cuantos asientos por detrás, desde donde podía mantenerlo vigilado por encima de las cabezas de los pasajeros. Había sido fácil descubrir qué comisaría llevaba la investigación del asesinato de Gerda Korzeny. Se había disfrazado de mendigo y apostado frente a la entrada, envuelto en una manta gruesa y agachado junto a un sombrero viejo con algunas monedas. Identificó a Schenke cuando el inspector salió de la comisaría, y dejó que se adelantara unos veinte pasos. Luego abandonó la manta, agarró el sombrero y fue tras él.

Media hora después, Schenke había entrado en el Adlon y su seguidor se había instalado a esperar junto al quiosco.

A medida que pasaban los minutos, el frío penetraba con más intensidad en su cuerpo, y su único alivio era el calor del humo de cigarrillo en los pulmones. No perdía detalle de la gente que entraba y salía, y cambiaba de lugar cada vez que un policía se acercaba paseando.

Justo después de las ocho, una figura con uniforme de la marina salió del hotel y esperó un instante a que un portero abriese la portezuela del taxi. La luz dio en su cara, y el hombre que vigilaba lo reconoció y se echó atrás instintivamente. Poco después, el taxi del almirante arrancaba y enfilaba Unter den Linden.

El hombre retomó su guardia, con las manos cogidas para evitar que se le entumecieran los dedos. Al cabo de veinte minutos, una pareja salió por la puerta: una mujer rubia, alta y elegante, y Schenke. El inspector llevaba el sombrero en la mano y besó a la mujer antes de ponérselo de nuevo en la cabeza. De la mano, la pareja empezó a cruzar el bulevar.

El hombre se desplazó hasta el otro extremo del quiosco mientras ellos se acercaban y bajaban las escaleras hacia el metro. Esperó a que sus cabezas se perdieran de vista y los siguió, manteniéndose a prudencial distancia. Tomaron el primer tren que paró en la estación y su seguidor hizo lo mismo, ocupando un asiento a cierta distancia de ellos. Schenke y la mujer no prestaron mucha atención a los demás pasajeros, y estuvieron hablando unos minutos. Luego, ella apoyó la cabeza en el hombro de su acompañante, y él le besó el pelo.



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