Bestias y magia by Willow Rose

Bestias y magia by Willow Rose

autor:Willow Rose
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Juvenil
publicado: 2018-07-04T22:00:00+00:00


capítulo 29

Jayden llegó a casa justo a tiempo para irse; tenía que admitir que estaba ansioso por ver a Ruelle de nuevo, y esta vez iban ellos a su casa.

Condujeron solo durante media hora para llegar, Jayden miró por la ventanilla la casa que había ante él. Era bastante espectacular, nada que ver con las casas que había visto antes. Era una casa de madera de tres pisos, cada uno pintado de un color diferente. El jardín delantero estaba repleto de grandes árboles de los que colgaban columpios e incluso vio una pequeña casa de árbol. Había un caballo y una cabra caminando por la entrada y un montón de gallinas por todas partes; incluso había una enorme tortuga, suficientemente grande como para poder montarte encima, paseándose por el alto césped. Un loro se acercó volando en su dirección cuando salió del coche y se posó sobre su cabeza para después soltar un fuerte graznido.

—¡Max! —gritó Ruelle mientras corría hacia ellos con su blanca sonrisa sobresaliendo en su moreno rostro. Su larga cabellera castaña ondeando al viento en su espalda—. No molestes a nuestros invitados. —Se rió entre dientes y el pájaro dejó la cabeza de Jayden —. Lo siento —se disculpó.

¿Estaba más guapa que la última vez que la vio? ¿Eso era posible?

—No importa —contestó él y se palpó la parte superior del pelo y se lo colocó.

Ella lo miró y luego estiró el brazo y le despeinó con una sonrisa:

—Así me gusta más.

Él la miró dejando escapar un suspiro y luego se despeinó todavía más el pelo. La joven soltó una carcajada y se dio la vuelta corriendo de vuelta al interior.

—Ven.

Jayden corrió detrás de ella y la joven le enseñó la casa; no se creía que nadie pudiese vivir así. Los animales estaban por todas partes, y estaba maravillosamente desordenado; nunca había visto algo así. Ruelle le enseñó su cuarto que era bastante parecido al resto de la casa, salvo porque había libros por todas partes. Se dio cuenta que no le había pedido ni una sola vez perdón por aquel desorden; no estaba avergonzada por él, ni siquiera un poquito.

—Ven, vamos al jardín trasero —propuso ella.

Él la siguió hasta el jardín y allí comenzaron a jugar al bádminton, cuando su padre salió con una expresión de confusión:

—¿Qué ocurre, papá? —preguntó Jayden y se acercó a él.

—No lo sé —respondió rascándose la cabeza—. No soy capaz de… no lo entiendo, hijo. No recuerdo haber visto a esta gente en años, en particular a Ruelle. No recuerdo haberla visto tan mayor. La última vez que la vi era un bebé y sin embargo todos actúan como si nos hubiésemos visto hace poco… y vosotros dos os habéis conocido, ¿cuándo conociste a Ruelle?

—Vinieron a una barbacoa en casa el mes pasado, ¿no te acuerdas? —explicó él.

Su padre soltó un suspiró mientras una profunda tristeza apareció en su mirada haciendo que a Jayden se le cayese el alma a los pies.

—Claro que sí, hijo. Solo… me olvidé por un momento, pero ahora lo recuerdo.



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