Bajarse al moro by José Luis Alonso de Santos

Bajarse al moro by José Luis Alonso de Santos

autor:José Luis Alonso de Santos [Alonso de Santos, José Luis]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Teatro, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 1985-01-01T05:00:00+00:00


ACTO SEGUNDO

ESCENA PRIMERA

(Han pasado varios días. El mismo escenario que en el acto primero, aunque las cosas están ordenadas de forma distinta —más convencionalmente—. Alberto ha ido a recoger a Jaimito al Hospital. Chusa anda por tierras del moro. Doña Antonia toma una copa tras otra de la botella de ginebra, ya casi vacía, mientras plancha la ropa. Elena la escucha sentada a su lado cosiendo).

ANTONIA.— Lo peor fue el disgusto que se llevó su padre al enterarse. Es que ha salido de la cárcel hecho otra persona: serio, honrado, trabajador… Ha estudiado y todo. Ahora es universitario de carrera, como tú. Ha acabado cuarto de Económicas, así que en un año lo termina. ¿A ti cuánto te queda?

ELENA.— A mí más. Dos años más, por lo menos.

ANTONIA.— Fíjate. Pues muy formal ha salido, y muy educado. El sábado pasado vino conmigo a la reunión neocatecumenal, y habló. Daba gusto oírle, hija. Qué labia. Dijo que en estos nuevos tiempos hace falta que cambiemos todos, como está cambiando el país, y como él ha cambiado. Y que había que trabajar mucho, mucho, para levantar España entre todos. Así, como te lo digo. Dijo que él, antes, con Franco, robaba porque robaba todo el mundo, pero que ahora, con los socialistas, es diferente. Huy, habló muy bien de Felipe González, de Guerra, del Boyer, de todos. Él se va a hacer del partido. A mí me quiere hacer también, y a los de la reunión a lo mejor. Es que hay que ver cómo se ha vuelto: serio, formal, trabajador… ¡Y la suerte que ha tenido con el trabajo! Conoció allí en la cárcel a un director de un banco que había hecho un desfalco de un montón de millones. Bueno, pues este señor fue el que le animó a estudiar, y el que le daba las clases allí. Ahora, como ha salido ya y es otra vez director de otro banco, pues fíjate, un puestazo que le ha dado a mi marido. Gerente o algo así. Bueno, pues a lo que íbamos, él, encantado de que Alberto trabajara en algo tan decente, ahora al enterarse del escándalo del tiro, lo del hospital, y lo de las drogas de los que vinieron, pues le ha dicho al chico que si sigue por el buen camino, que le paga los estudios para que haga el ingreso y oposiciones al Cuerpo Superior de Policía, pero que si se queda con esa gentuza, que allá se las entienda y que se vaya de casa. Que ya verá cómo va a acabar, en Carabanchel, o un sitio peor. Perdona, pero las cosas son como son, y tiene razón además.

ELENA.— No, si a lo mejor en parte es verdad lo que dice.

ANTONIA.— No va por ti, hija, que tú eres una chica estupenda, de estudios, y muy formal. Y tu madre, no hay más que verla. Una señora. Y la casa que tiene.

ELENA.— (Dejando de coser). ¿Mi madre? ¿Conoce usted a mi madre?

ANTONIA.— He metido la pata, pero en fin.



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