Atracción salvaje by Cathryn de Bourgh

Atracción salvaje by Cathryn de Bourgh

autor:Cathryn de Bourgh
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Relato
publicado: 2014-01-07T23:00:00+00:00


Segunda Parte

Viaje a Italia

Una semana después viajaron a Italia.

Elaine estaba más tranquila y escribió una carta a sus padres, explicándoles que había conocido a un chico en Halloween y se iría a vivir con él a Milán. No decía mucho más y mientras el avión despegaba se preguntó si no se arrepentiría de cometer esa locura. Paolo le había pedido perdón y había prometido que no volvería a tocarla pero quien más le preocupaba era Alessandro. Estaba atrapada por él y eso no le gustaba, y por momentos se sentía secuestrada como una de esas chicas llevadas a Italia por tratas de blancas, sólo que ella en vez de tener sexo con muchos hombres tendría sólo con uno, o con dos…

¿Cuánto tiempo podría mantenerse alejado Paolo después de haber sido parte del trío? La deseaba y no dejaba de mirarla cuando creía que nadie lo veía, eso la incomodaba pero comprendió que ellos eran hermanos y no quería que riñeran por su culpa.

Observó por la ventana del avión y cerró los ojos, se sentía algo mareada.

—¿Estás bien, preciosa? —le preguntó Alessandro sentado a su lado.

Ella asintió y lo miró consternada. En ocasiones su mirada tenía un velo que le inquietaba como si realmente planeara encerrarla y darle azotes como hacían los amos con sus sumisas. Si hacía eso o descubría que su vida con esos gemelos era un infierno pues iría a la embajada norteamericana en su país y pediría asilo. A ella no le harían ninguna maldad, se defendería. Y si su vida era un encierro o un tedio insoportable, también iría a la embajada para acusarlos de secuestro, rapto y seducción de una menor.

Porque todavía era menor y lo sería por un año y si le hacía algo Alessandro o su hermano…

Cerró los ojos, no podía ser tan insegura, ni que fueran tan tontos de…

Cuando llegó a la ciudad de Milán notó que era preciosa, antigua y no comprendía ni una palabra del idioma. Bueno sabía algunas palabras por los mellizos pero era incapaz de armar una frase, una pregunta en italiano.

Alessandro no exageró al decir que eran ricos, vivían en una preciosa villa italiana de tres plantas en el centro de Milán con su madre y una hermana mayor que la miró con expresión hostil. Desconfiada. Su madre en cambio fue más amable pero Elaine se sintió aislada al no entender una palabra de lo que hablaban.

Así que se sentó en un sillón color verde oscuro y se dedicó a observar los objetos bonitos de la sala.

—¿Qué edad tienes, Elena?—le preguntó de pronto la madre de los gemelos en su idioma.

Ella sonrió y confesó que tenía diecisiete.

La mujer palideció y abrió los ojos oscuros como azabache mientras su hija sonreía de forma maliciosa. Se parecían entre sí, excepto ella que se teñía de rubio amarillo, los demás tenían ojos castaños y cabello del mismo color.

—Alessandro figlio mio ¿tu sei pazzo?—bramó la dama en su lengua y le lanzó un sermón sobre los peligros de traerse una chiquilla menor de edad y extranjera al país.



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