Antes de que todo se rompiera by Ruth Ibáñez Ámez

Antes de que todo se rompiera by Ruth Ibáñez Ámez

autor:Ruth Ibáñez Ámez [Ámez, Ruth Ibáñez]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Juvenil
publicado: 2019-10-30T23:00:00+00:00


—Mi vida en Madrid era muy distinta a la que tengo aquí. Digamos… que me metía en bastantes líos. Un día me escapé de casa y estuve tres días sin aparecer.

—¿Y adónde fuiste?

—Pues si te digo la verdad, no lo sé. Me llevaron unos amigos y estuvimos encerrados en una casa okupa, o algo así. Me metí de todo. Menos caballo. También había, pero no quise.

—¿Qué dices?

—Lo que oyes. Todos los fines de semana montaba alguna, lo que fuera y donde fuera, y a veces venía la policía o terminaba en el hospital.

—¿Por qué?

—¿Por qué venía la policía?

—No, por qué lo hacías.

—Por joder a mi padre. Ni siquiera me gustaba el alcohol entonces, y nunca me ha gustado cómo me hace sentir la coca. Los porros pase, me dan sueño y duermo mejor.

—Llevaste lo del rebelde sin causa al extremo.

—Sí y no. Lo llevé al extremo, pero tenía causa.

—A ver si adivino: tu padre te castigó sin salir un día, ¿no? O no te quiso dar paga. O te echó la bronca por llegar tarde una noche.

—No. Me mintió sobre mi madre.

—…

—Cuando era pequeño, me dijo que mi madre había muerto en el parto. Que hubo complicaciones y no las superó.

—Ostras, Álex, lo siento.

—Espera, que no he terminado. Me dijo que no tenía familia, que los padres de ella habían muerto cuando era joven, así que no tenía abuelos por su parte, ni tíos ni primos. Nada.

—Y has descubierto que tienes abuelos. Que no murieron.

—No, aunque también. He descubierto que la que no murió fue mi madre.

—¿Qué dices?

—Hace casi tres años noté que mi padre estaba muy raro. Lo llamaban por teléfono y se escondía para hablar, andaba con abogados, lo que es normal porque él también lo es, pero esos no eran de su bufete. Siempre estaba nervioso, sin contarme nada. Cuando le preguntaba, me mentía, me decía que no era nada, cosas del trabajo y no sé qué. Pero no me miraba a los ojos, y cuando mi padre no te mira a los ojos es que está mintiendo. Y un día me metí en su despacho de casa y forcé el cajón donde sé que guarda documentos importantes.

—Ay, no.

—Ay, sí. Resulta que mi amantísima madre le estaba pidiendo referencias para conseguir un visado y quería probar que tenía un hijo ya aquí por no sé qué de la reunificación familiar. Porque es argentina, no te lo he dicho, ¿verdad?

—No, no me lo habías dicho.

—Pues sí, argentina. Y cuando llegó mi padre y le planté todos los papeles delante, no tuvo más remedio que contarme la verdad.

—Álex…

—Parece ser que lo que hubo entre ellos fue un rollito, nada serio, no iba a ir a más. Pero ella quería vivir en Madrid y para eso necesitaba un visado, y la forma más fácil de conseguirlo era casándose.

—Ay…

—Así que se quedó embarazada a propósito, pensando que mi padre iba a ser un caballero y que se casaría con ella. Pero mi padre le dijo que ni hablar. Que se haría



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