Antártida Estación Polar by Matthew Reilly

Antártida Estación Polar by Matthew Reilly

autor:Matthew Reilly
La lengua: spa
Format: mobi
Tags: Intriga, Aventuras
publicado: 1998-08-01T03:00:00+00:00


En el oscuro almacén del nivel E, Madre tenía la cabeza apoyada contra la fría pared de hielo.

Cerró los ojos. Había pasado cerca de media hora desde la última vez que habían ido a ver cómo se encontraba y esperaba que Buck Riley apareciera de un momento a otro. Le estaba comenzando a doler la pierna y se moría por otro chute de metadona.

Respiró profundamente, intentando acallar el dolor.

Un instante después, sin embargo, tuvo la extraña sensación de que alguien más se hallaba en la habitación con ella.

Madre abrió lentamente los ojos.

Había alguien en la entrada.

Un hombre. Un marine.

Estaba allí, como una estatua, perfilado contra la entrada. Su rostro estaba envuelto en la oscuridad. No dijo una palabra.

—¿Libro? —dijo Madre incorporándose. Entrecerró los ojos para intentar ver de quién se trataba.

Se detuvo, sobresaltada.

No era Libro.

Libro era más bajo, estaba más rellenito.

Ese marine era alto y delgado.

El marine siguió sin hablar. Permaneció quieto, mirando a Madre, ocultando sus rasgos en la oscuridad. Madre se percató de quién era.

—Serpiente —dijo—. ¿Qué ocurre? ¿Se ha quedado sin habla? ¿Se le ha comido la lengua el gato?

Serpiente no se movió de la entrada. Siguió mirando a Madre.

Cuando habló, Madre no vio cómo se movía su boca. Su voz sonó baja, áspera.

—Estoy aquí para ocuparme de usted, Madre.

—Bien —dijo Madre sentándose más erguida, preparándose para otro chute de metadona—. No me vendría mal un poco del líquido de la felicidad de los kickapoo.

Serpiente siguió sin moverse de la entrada.

Madre frunció el ceño.

—¿Y bien? —dijo—. ¿A qué está esperando? ¿A que le dé una invitación con bordes dorados para pasar?

—No —dijo Serpiente con una voz gélida.

Dio un paso adelante al interior del almacén y los ojos de Madre se abrieron de par en par, horrorizados, cuando la luz del pasillo exterior iluminó el filo del cuchillo que llevaba en la mano.



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