Anima Nigrum by Laura Nuño

Anima Nigrum by Laura Nuño

autor:Laura Nuño [Nuño, Laura]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fantástica
Google: _1O0BAAAQBAJ
editor: LAURA NUÑO
publicado: 2014-10-07T03:00:00+00:00


26. CAÍDA AL VACÍO.

Corría sin parar.

Corría y corría sin pensar en detenerse para descansar, para recuperar el aliento, para calmar a su desbocado corazón. Miraba de vez en cuando hacia atrás, buscando con ojos desquiciados y llenos de lágrimas a sus enemigos, aquellos que trataban de darle caza.

Un día antes habían sido sus amigos. Sus maestros, sus protectores.

Sus hermanos.

Pero ahora no. Ahora sólo eran sus adversarios, un obstáculo en su camino.

—No, no, no… ´—jadeó al mismo tiempo que obligaba a sus cansadas piernas correr más deprisa cuando descubrió que ellos estaban ganando terreno.

Ya nada podía hacer, pues sus perseguidores eran mucho más rápidos que ella y no tardarían en alcanzarla.

Casi se dejó vencer.

Casi pensó en dejar de correr y acabar con todo de una vez. Sin embargo, algo sucedió de pronto. Algo que le dio fuerzas, una fuente de energía negra y oscura que nació en su pecho y se extendió por todo su cuerpo.

El momento estaba próximo… Demasiado próximo. No debía perder tiempo.

Esquivó una piedra por suerte. O tal vez fue por sus recién adquiridos reflejos. Miró al frente y comprobó que veía con absoluta claridad en la oscuridad.

Sollozó de impotencia y frustración.

Eso no podía estar pasándole a ella. Siempre había estado del lado adecuado, de parte de aquellos perros de presa que ahora querían apresarla. Desde niña habían visto su potencial, y la habían criado y mimado para ser lo que estaba escrito que fuera: la Salvadora.

Tremenda mentira… ¡Qué equivocados habían estado!

A lo lejos vio una pequeña ermita, pero su nuevo ser tiró de ella y la hizo desistir de buscar refugio allí. Ya nadie podía ayudarla.

Corrió más aprisa cuando escuchó sus gritos llamándola. Sabía de dónde sacaba fuerzas. Sabía de dónde procedía aquella determinación y aquellos poderes antinaturales. Y precisamente porque sabía de dónde procedían, los despreciaba.

Llegó al borde del precipicio y se detuvo. El viento y la lluvia arreciaban con rabia, tanta como la que ella sentía por dentro. Con los puños apretados miró hacia abajo, hacia aquél abismo que la salvaría de su suerte… Aunque ella muriera en el intento. Porque si la atrapaban, su vida se convertiría en un calvario.

Si sobrevivía, también.

Sí, sólo había una solución… Y supo lo que tenía que hacer.

—¡No, Raquel!

Con calma se giró a mirar a sus antiguos protectores.

Miguel, con la cara desencajada, extendía una mano hacia ella. Rafael, se llevaba una mano al pecho y sollozaba. Gabriel, rezaba una plegaria silenciosa mientras la miraba con desesperación.

—Tengo que hacerlo —susurró. Pese a lo bajo de su voz, sonó decidida y segura, tranquila. Era la primera vez que se sentía así, a pesar de la oscuridad que crecía en su interior.

—No, mi niña —dijo con pánico Gabriel—. Tú eres la Salvadora. Tú eres nuestra esperanza.

Ella se rio. No había humor. No había cinismo. No había más que amargura en aquella risa baja y suave.

—¿No lo entendéis? Debo hacerlo. Nací para esto.

—¡Para esto no! —apuntó Miguel a la vez que tragaba con insistencia.

¡Raquel estaba tan cerca del borde…!

—Si saltas, estarás perdida. No habrá descanso eterno para ti.



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