Andy Warhol by Jean-Noël Liaut

Andy Warhol by Jean-Noël Liaut

autor:Jean-Noël Liaut [Liaut, Jean-Noël]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Biografía
editor: ePubLibre
publicado: 2021-03-01T00:00:00+00:00


CAPÍTULO XVIII

LOS SURREALISTAS HABRÍAN SOÑADO CON CREAR UNA ATMÓSFERA COMO AQUELLA (SALVADOR DALÍ)

Como promotor de un grupo de rock, Warhol se unía a la efervescencia de su época. La juventud, que rechazaba la rigidez puritana y jerárquica de las generaciones precedentes, pensaba que la música podía cambiar el mundo, y él quería formar parte de aquel ejército. En Inglaterra, los Beatles y los Rolling Stones provocaban disturbios, y una canción tan abiertamente sexual como Satisfaction (1965), interpretada por Mick Jagger, no podía sino justificar a Andy, que exploraba temas similares en sus películas. Al igual que él, aquellos músicos procedían de entornos populares y obreros, y como él, transformaron la mirada de sus contemporáneos. Los conciertos se celebraban en presencia de miles de adoradores, aquella invasión británica conquistó el mundo entero. Como observador avisado, Warhol calibraba lo espectacular que podía ser el poder de fascinación de aquellas bandas, pero también su éxito financiero. En Estados Unidos, cada pequeña aglomeración contenía músicos en ciernes, que compraban discos y que además soñaban con crear su propio grupo. Para aquel público juvenil, los discos de treinta y tres revoluciones eran como un Santo Grial y una alfombra voladora a un tiempo, un objeto mágico por el que estaban dispuestos a gastar sin reparar en lo que costara. «Comprar es bastante más americano que pensar», afirmaba Warhol. ¿Podría la velvetmanía suceder a la beatlemanía?

Ocuparse de The Velvet Underground no era tarea fácil para Andy, pues el grupo estaba compuesto por personalidades fuertes e indómitas: el guitarrista Sterling Morrison, el multi-instrumentista John Cale, la percusionista Maureen Tucker y sobre todo Lou Reed, que era, además de guitarrista, el letrista, compositor y cantante. ¿Cómo volver comerciales, sin ultrajarlos, aquellas canciones agresivas y decadentes del Café Bizarre que tanto le habían gustado desde el primer día? Reed, de humor explosivo y reacio a toda autoridad, había sido sometido a electrochoques desde la edad de diecisiete años y mezclaba el alcohol con el Valium y las metanfetaminas.

Convertido en su productor y director artístico, a cambio del 25 % de las futuras recaudaciones, Warhol, con tacto y diplomacia, había conseguido que aceptaran algunas sugerencias. Los Velvet no habían querido saber nada de Nico, en un principio, pero Andy logró introducir a su diosa nórdica, cuya voz de ultratumba se acoplaba perfectamente con su universo opresivo, al tiempo que le aportaba un toque de poesía. Y su belleza espectacular era susceptible de atraer al público y a los periodistas, pues ciertamente los otros cuatro miembros, tan indisimuladamente huraños, tenían más bien tendencia a vaciar las salas. Una de las cosas que Andy propuso a Reed fue escribir una canción dedicada a Edie Sedgwick. «¿Por qué?», le preguntó. «Pero, Lou, ¿no te parece que es una mujer fatal?», respondió Andy. De modo que Reed escribió Femme Fatale, una de las mejores canciones del grupo, que fue interpretada por Nico, lo cual no dejaba de resultar algo irónico, teniendo en cuenta que era ella quien había reemplazado a Edie en The Factory. Al



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