Anatomía de un «incidente aislado» by Jordi Sierra i Fabra

Anatomía de un «incidente aislado» by Jordi Sierra i Fabra

autor:Jordi Sierra i Fabra [Sierra i Fabra, Jordi]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2013-12-31T16:00:00+00:00


28

ROSENDO DUARTE dejó de machacar el timbre y aporreó la puerta con su puño cerrado.

—¡Abre, Cisco, sé que estás ahí!

—¿Y cómo lo sabe? —se escuchó una voz débil al otro lado.

—¡Te pusimos una cámara en el lavabo! ¿Tú qué crees?

—No joda, jefe —pareció creérselo.

La puerta se abrió, y Cisco apareció enmarcado por el quicio, con la escasa luz que venía de la escalera dándole un aspecto de prisionero de Auschwitz, lleno de sombras proyectando sesgos fantasmales por su enflaquecido cuerpo. El policía dedujo que en lo más profundo de los cuévanos debían de estar los ojos, y que le miraban, porque no había ni rastro de ellos en la superficie de aquella máscara irreal.

—¿Qué tal, Cisco? —lo saludó al pasar por su lado y entrar en el habitáculo, o lo que fuera aquello, pues más bien se trataba de una infecta buhardilla situada en lo alto de un terrado.

—No sé, jefe. Dígamelo usted.

Cerró y le siguió. Solo tres pasos, porque no había ningún otro lugar adonde ir salvo una puerta entornada a la derecha, que daba al dormitorio, y otra a la izquierda, que daba al cuarto de baño, espacios aún más pequeños que el principal. Rosendo Duarte giró sobre sus talones y lo atravesó con una mirada glacial.

—Que conste que yo no he hecho nada malo —quiso dejarlo claro Cisco.

—¿He de creerte?

—Oiga, que se lo juro. Uno tiene sus ideas, pero nada más.

—¿Ahora lo llamáis ideas?

—Bueno, usted es de izquierdas, ¿no? Y nadie se mete…

—Yo soy del Partido Rosendiano Que Te Va A Meter Un Puro como no me digas algo, ¿vale, Cisco?

El joven dio un paso atrás.

En camiseta y calzoncillos, descalzo, con brazos y piernas de puro hueso, la cabeza pelada al cero y allí, era lo más esperpéntico que cualquiera pudiera imaginarse.

—Ayer mataron a un chico negro, ¿sabes algo?

—¿Yo? —Cisco mostró su angustia—. ¿Y por qué he de saber algo, oiga? Ya le he dicho que una cosa son las ideas, y otra, que vaya por ahí matando gente; ni que fuera así de fácil.

—¿Es que si lo fuera mataríais más?

—Venga, no me líe, inspector.

—Pues dime algo que no sepa.

—¿Qué quiere que le diga, vamos a ver? —su cara se congestionó—. De entrada, yo no me mancho las manos con esa escor…, bueno, esa gente —rectificó a tiempo—. Y de salida, que nunca he sido violento, usted lo sabe.

—Un nazi pacífico.

—Yo no soy nazi.

—Ah, ¿no?

Rosendo Duarte llegó hasta él, arrinconándolo contra la pared. Le atrapó por el cuello y lo empujó contra la puerta de la habitación. Desde la entrada se veían las banderas del Tercer Reich, los símbolos con las cruces gamadas, las fotografías de Hitler y los suyos. Un completo minimuseo que incluía condecoraciones, balas, un par de granadas vacías y un casco sobre una mesita rinconera. Lo único que parecía estar en su sitio allí dentro.

—Eso no significa nada, jefe —lamentó Cisco—. Que usted tenga un póster de una actriz guapa sólo significa que le gusta.

—Yo no tengo pósteres de actrices guapas, solo la



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.