AMOS Y MAZMORRAS I: PRIMERA PARTE (Spanish Edition) by Lena Valenti

AMOS Y MAZMORRAS I: PRIMERA PARTE (Spanish Edition) by Lena Valenti

autor:Lena Valenti [Valenti, Lena]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


La desnudó, quitándole primero los

zapatos, luego la falda y después la

camiseta.

—Me encanta cómo te estiliza las

piernas este calzado —aseguró, alzándole

el tobillo desnudo y besándola sobre el

arco del pie.

—Gracias

—contestó

asombrada

porque él se diera cuenta de ese detalle.

Lion tiró de sus muñecas y la obligó a

ponerse

de

rodillas

sobre

él,

a

horcajadas.

—Desnúdame —le ordenó.

—Sí.

Él hundió la mano bajo su melena y

agarró parte de su pelo tirando de él

dolorosamente.

—Cleo. Ya hemos pasado por esto. ¿Sí,

qué?

—Sí, señor. —Los aguijonazos de

placer del cuero cabelludo se dirigieron a

sus pezones. Y no pudo evitar gemir.

—Estás sensible —aprobó, abriendo la

boca sobre su garganta, y marcándola con

la lengua y los labios. Succionó.

Ella cerró los ojos por el súbito placer.

—¡Vas a dejarme marca! —protestó.

—Te marco a mi manera. —Se tumbó

sobre ella, la movió hasta colocar su

cabeza sobre la almohada, y a Cleo

encarcelada entre sus antebrazos. Hundió

los dedos en su pelo y gruñó, rozando su

desnuda erección contra la cremallera que

cubría su entrepierna.

Lion daba respeto. Era como un animal

del sexo, pero no un bestia. Era salvaje y

a la vez elegante. Fríamente apasionado.

Su contacto la quemaba como hielo y

fuego.

Cleo iba a ofrecerle la boca porque las

ganas de besarlo crecían a cada momento

que pasaban juntos. Sin embargo, se lo

pensó dos veces, porque no quería quedar

en evidencia como había sucedido en el

baño. Al final, logró mantener la cabeza

pegada a la almohada, sin levantarla para

ir en busca de su boca.

«Bien por mí. Soy una tía difícil».

—¿Ves las esposas que hay sobre tu

cabeza?

¿Esposas? ¿Otra vez? Se visualizó

ronroneando como una gatita. Levantó los

ojos hacia arriba y observó las esposas

plateadas, unidas por una larga y holgada

cadena enrollada a una de las barras

blancas del cabezal de la cama.

—Sí, señor.

Lion le desabrochó el sostén y se lo

quitó, lanzándolo al suelo. Levantó una

mano y cubrió un pecho.

—Levanta las manos por encima de la

cabeza, Cleo.

Ella

cerró

los

ojos

y

asintió,

obedeciendo al instante.

Él sonrió triunfante y la sonrisa llegó a

sus ojos porque Cleo asimilaba rápido su

papel.

Lion cerró una esposa alrededor de su

muñeca izquierda, y la otra alrededor de

la derecha.

—Mueve los brazos. ¿Los mueves

bien?

—Sí. —Entre una esposa y otra había

bastante espacio. Sería consciente de que

estaba esposada, pero no tenía sus

movimientos demasiado limitados.

Con un gesto poderoso, así, de golpe,

Lion le bajó la cremallera de la braguita

de látex y, superficialmente, la acarició

por dentro hasta empaparse con sus jugos.

—¿Qué te parece? —se dijo para sí

mismo, frotando lo hinchado y húmedo

que estaba el sexo de Cleo.

Ella se mordió el labio inferior y negó

con la cabeza.

—Quítame los aros, Lion.

—Mal, Cleo. Tú no das órdenes. —

Deslizó un dedo en su interior, de modo

tan nimio que ella se quejó por dejarla tan

vacía—… Prueba otra vez.

—Por favor… Por favor, señor. Tengo

los pezones que creo que me van a

estallar, y si me tocas ahí…

—¿Si te froto aquí —cogió el clítoris

con el índice y el pulgar—, lo sientes en

los pechos?

—Dios… Sí.

—¿Sí? Entonces, eres más sensible de

lo que creía, nena. Y me pone tan duro

saberlo…

—Mmm —gimió abriendo los ojos

para ver la cara que él ponía cuando

tocaba su suavidad. Pero Lion no miraba

hacia abajo, la miraba a ella a los ojos,

con una máscara de pasión descarnada y

lujuria descontrolada.

—Vas a ver. —Con un movimiento

sincronizado y desconocido para Cleo, él

la tomó de la cintura e intercambió sus

posiciones.



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