Amigos y amantes by Iris Murdoch

Amigos y amantes by Iris Murdoch

autor:Iris Murdoch [Murdoch, Iris]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama, Intriga, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1968-01-01T05:00:00+00:00


22

¡Oh tierras altas, oh tierras bajas!

¡Oh! ¿Dónde, dónde estabais?

Han asesinado al conde de Murray,

y su cuerpo yace en el verde prado.

Desde la puerta de la sala de estar, Ducane gritó:

—¡Cállese de una vez, Fivey!

Se oyó el portazo de la puerta de la cocina, y luego el de la puerta de la sala de estar. Ducane dijo:

—Lo siento, Willy. Tengo los nervios de punta.

—¿Se puede sabeg a qué se debe?

—A nada. Creo que estos días tan soleados me aplanan. No es natural que haga tanto sol.

—Me gustaría saber si esas curiosas manchas le desaparecerán cuando llegue el invierno.

—¿A qué te refieres, Willy?

—A las pecas de tu mayordomo o lo que sea.

—¡Dios santo! Nunca se me había ocurrido esa posibilidad. Espero que no. En realidad, me gustan las pecas de Fivey. —Ducane se echó a reír, y añadió—: Willy, creo que hablar contigo me hace mucho bien. Anda, tómate un trago. —Sí, me paguece que voy a tomarlo. Un poco de whisky, sí. Será la última copa. Gracias.

—Estás muy moreno. ¿Has trabajado al aire libre?

—No, sólo he hecho el vago al sol.

—¿Qué tal la marcha de Octavian y Kate? ¿Fue todo bien?

—Sí, con el ajetreo normal.

—Espero que Tánger les guste. A mí me pareció algo así como Tottenham Court Road.

—A ésos, cualquier sitio les parece bien.

—Sí, son naturalmente felices.

Willy y Ducane suspiraron a un tiempo. Willy dijo:

—La felicidad consiste en que la parte consciente de nosotros mismos esté de un modo natural, cotidianamente, ocupada, activa y sin centrarse en el propio ser. La desdicha estriba en que esa parte consciente permanezca de un modo natural, todos los días, sin cesar, centrada de manera angustiosa en el propio ser.

—Sí, Kate y Octavian son hedonistas, pero no sienten esa profunda preocupación por sí mismos, lo cual les permite proporcionar la felicidad al prójimo.

Ducane pensó: «Este es el momento en que, si lo intentara de veras, conseguiría que Willy hablara de sí mismo. Creo que ahora le gustaría hablar de sí mismo. Pero no puedo siquiera intentarlo. Me siento agobiado por mis propios problemas».

—¿Todo bien en Trescombe House? —dijo.

—Sí y no. La verdad es que no trato con demasiada frecuencia a los que viven en la casa grande. Paula parece preocupada. Diría que vive atormentada por una pesadilla secreta.

Ducane pensó con tristeza: «No sólo a Paula le ocurre eso».

—Lo siento. Debería hablar más a menudo con Paula.

Amargamente, Ducane pensó: «Con cuánta facilidad presupongo que todos necesitan mi ayuda».

—Sí, habla con ella, John. Y la pobre Barbara sigue la mar de preocupada por lo del gato.

—¿No ha aparecido todavía?

—No.

—Supongo que algún día volverá a casa. Barbie es una muchacha encantadora, pero terriblemente mimada.

—Mmmm…

Ducane se sentía desmoralizado, lo cual le alarmaba debido a lo insólito que era en él. Era un hombre que necesitaba tener una alta opinión de sí mismo. Gran parte de su energía vital dimanaba del hecho de tener la conciencia limpia, y del claro conocimiento de su altruismo. Tal como ahora había tenido ocasión de comprobar, estaba habituado a tener de sí mismo



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