Alguien ha vuelto by Karen M. McManus

Alguien ha vuelto by Karen M. McManus

autor:Karen M. McManus [McManus, Karen M.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2023-07-25T00:00:00+00:00


SEGUNDA PARTE

CAPÍTULO VEINTITRÉS

Addy

Martes, 14 de julio

Levanto el sobre y lo sostengo contra la luz del espejo de mi tocador. No… no se transparenta. Tendré que abrirlo para saber si en otoño tendré una sobrina o un sobrino. Puede que, si lo hago, la emoción me ayude a contrarrestar la pesadilla en la que se está convirtiendo este verano.

Por otro lado, podría implicar una cosa menos que esperar con ilusión.

Suena mi teléfono y veo que es una videollamada de Keely a través de FaceTime.

—¡Hooola! —me saluda cuando respondo. Agita la mano desde lo que parece un paseo marítimo. Las estrellas titilan a su espalda y añade—: ¡Feliz tercio de cumpleaños, Addy!

—Gracias —le digo, y apoyo el teléfono contra el espejo. Pasa un breve instante durante el cual no tengo claro qué sentir. Luego miro los brillantes ojos de cervatillo de Keely y el bronceado brillante de su piel y… Sí, ahí están. Mariposas—. Qué guapa estás. Te echo de menos —le suelto antes de que mi cerebro reptiliano tome el mando y me obligue a decir algo como «¿Qué tiempo hace?».

Keely me dedica una sonrisa inmensa, con hoyuelos incluidos.

—Yo también te echo de menos. Y llevas un pelo alucinante. Muy de fiesta. Estaba pensando en pillar un billete de avión para asistir, ¿sabes? Luego me enteré de lo de Reggie y pensé que igual no lo celebraríais.

¿Keely iba a pillar un avión? ¿Desde Cape Cod? Eso es… Yo qué sé. Es flipante. Me hago pequeñita en la silla y le digo:

—Será mucho más tranqui. Nate y yo somos especialistas en escoger el peor momento para celebrar una fiesta. La última fue apenas una semana después de la muerte de Brandon Weber y ahora… lo mismo con Reggie, prácticamente. —La pesadumbre me envuelve de nuevo y guardo el sobre de la ginecóloga de Ashton en el cajón superior de mi tocador. Está claro que no es el momento ideal para noticias felices—. Es horrible.

—No me puedo creer que Nate y Bronwyn lo encontraran —observa Keely—. Debió de ser espeluznante. ¿Tiene alguna idea la policía de quién pudo hacerlo?

—Si lo saben, no sueltan prenda —respondo—. Pero ya sabes cómo es Bayview. Siempre hay un puñado de personas que se comportan de manera sospechosa en cualquier momento dado.

—Ya lo creo que conozco Bayview… —suspira Keely. Ladea la cabeza y añade—: Y te conozco a ti. Ten cuidado, ¿vale? Concéntrate solamente en marcharte a Perú. Solo te faltan dos semanas y luego ya podrás respirar. Es posible que todo haya cambiado cuando vuelvas.

—Es posible —asiento mientras me estiro un padrastro—. Y tú ya habrás vuelto a UCLA para entonces, así que… supongo que nos veremos en Acción de Gracias, con un poco de suerte.

Resoplo una especie de carcajada e intento aplastar las mariposas porque, en serio, ¿a quién quiero engañar? La vida nos lleva por derroteros distintos y, aunque nuestros planes coincidieran, yo lo estropearía todo y luego fastidiaría nuestra amistad.

—Puede que sea mejor así —responde Keely.

Pestañeo, herida. Se supone que soy yo la del rechazo preventivo.



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