Alguien como yo by Julissa Arce

Alguien como yo by Julissa Arce

autor:Julissa Arce [Arce, Julissa]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial USA
publicado: 2020-04-21T00:00:00+00:00


VENDIENDO CON MAMÁ

PASÉ EL RESTO DEL VERANO trabajando con mamá en distintas ferias comerciales. Como ya hablaba inglés, fui su traductora, lo que le permitió ahorrar mucho dinero al no tener que pagarle a Sam para que trabajara en cada evento. Las ferias eran tal y como las recordaba. Se llevaban a cabo en grandes centros de convenciones, en ciudades como Nueva Orleans, Houston y Dallas. En el interior había filas y filas de puestos que vendían desde ropa hasta lentes de sol y joyería.

Me encantaba ver la seguridad con que mamá caminaba, cosa que no veía cuando estaba en nuestra casa en San Antonio. Era muy extrovertida, enérgica y alegre. Y nunca se daba por vencida.

Al término de una feria comercial ese verano, mientras empacábamos las cajas y las maletas de joyería en una camioneta, noté que aún quedaban muchas cajas fuera del auto y que probablemente no cabrían.

—Ya no hay espacio —me quejé.

—Siempre hay una solución para todo —dijo ella.

Sacó las cajas y las maletas de la camioneta y comenzó de nuevo, acomodándolas de distintas maneras. Yo permanecí de pie junto a la camioneta, agotada por el intenso fin de semana de trabajo, pero mamá consiguió que cupieran todas las cajas. Y así era como enfrentaba todo. Una y otra vez la vi perseverar y resolver cosas que otras personas hubieran abandonado.

Mamá era encantadora. Por ejemplo, si necesitaba llegar al frente de una larga fila porque tenía prisa, o quería un descuento en alguna compra que estaba por realizar, era capaz de convencer a la gente para conseguirlo, o para librarse de algo. A veces me avergonzaba su osadía. Deseaba que cuando alguien le dijera que no, ella simplemente lo aceptara y continuara con su vida. Pero la mayor parte del tiempo, cuando escuchábamos un “no”, yo sacudía la cabeza y al instante pensaba: “Aquí vamos de nuevo…”.

Cuando viajaba con ella era prácticamente el único momento en que la veía, así que no quería quejarme mucho. No obstante, le pregunté:

—Mamá, ¿por qué no viene papá a las ferias y tú te quedas con Julio y conmigo en casa?

—Me gusta venir a las ferias. Soy buena vendedora. Sabes que tu papá no es muy bueno con la gente.

Mamá era mucho mejor vendedora porque era extrovertida. Tenía sentido. Esa noche, cuando regresamos al hotel, yo solo quería dormir. No quería cepillarme los dientes ni lavarme la cara. Habíamos tenido un largo día de trabajo. Sin embargo, mamá se puso un poco de crema en el rostro y se la retiró con un paño. Luego se lavó la cara con jabón facial y se puso otra crema. Dijo que el peor insulto hacia uno mismo es irse a dormir con el rostro sucio. Acto seguido, me levanté de la cama y procedí a lavarme la cara.

Siempre he considerado que mamá posee una belleza deslumbrante, y quería parecerme a ella. Cuando era pequeña solía admirar la forma en que Aris se maquillaba. Ahora podía admirar a mamá, así que puse atención a la forma en que se cuidaba a sí misma.



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