Algo más que trabajo by Elizabeth Bevarly

Algo más que trabajo by Elizabeth Bevarly

autor:Elizabeth Bevarly
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 2008-12-31T23:00:00+00:00


Capítulo 8

—Cambiarás de opinión respecto a este lugar en cuanto pruebes el vino, Kendall, ya lo verás.

Cuando abrió la puerta de la cabaña y se volvió galantemente, haciéndose a un lado para dejarla entrar a ella primero, Matthias observó con sorpresa que Kendall no sólo no parecía nada molesta de que la hubiese llevado allí, sino que además estaba sonriendo ampliamente.

—No pasa nada —le dijo—. Me gusta esta casa. Te hace sentirte a gusto nada más entrar.

De modo que a ella le pasaba lo mismo… Hmmm… interesante.

—Y además es viernes por la noche; cualquier sitio al que hubiéramos ido habría estado lleno —añadió.

—Creo que pasar un mes aquí te hará mucho bien —le dijo Kendall mientras pasaba al interior de la vivienda.

Matthias entró también y cerró detrás de él.

—Cuando oscurezca recuérdame que salgamos al porche. Hay un telescopio ahí fuera, y es increíble. No te imaginas la cantidad de estrellas que se ven aquí en el campo. Te gustaría mucho.

Kendall sonrió.

—¿Has estado mirando las estrellas? —preguntó.

—Lo dices como si te sorprendiera que hiciera algo así.

—Bueno, es que me sorprende —contestó ella—. En los cinco años que he estado trabajando para ti no te he visto tomarte un solo día libre.

—No es cierto; claro que me he tomado días libres —replicó él, poniéndose a la defensiva.

Kendall, con la sonrisa aún en los labios, se cruzó de brazos.

—¿Me lo dices o me lo cuentas? —dijo sin apartar la mirada de él.

Al mirarla, Matthias no pudo evitar fijarse en que el sujetador de Kendall se adivinaba vagamente a través de la ligera blusa blanca que llevaba.

Era una prenda de encaje. Nunca hubiera imaginado que Kendall fuese de la clase de mujeres que llevaban ropa interior de encaje. Siempre había pensado, por su forma de ser, que debía de ser más bien del tipo recatado.

La idea de que debajo de aquella seria blusa había un sujetador de encaje le pareció de pronto… excitante.

Sin poder evitarlo, se preguntó si llevaría unas braguitas a juego. O mejor aún, si llevaría un tanga.

—Dime dos hobbies que tengas —lo retó Kendall.

Matthias se encontró con que, por más que se estrujaba el cerebro, no se le ocurría ninguno.

—Bueno, juego al tenis y al squash —respondió finalmente—, y alguna vez hasta juego al golf.

—Eso no cuenta. No lo haces porque te apetezca, sino para socializar con otros empresarios y cerrar negocios con ellos —apuntó Kendall.

De acuerdo, sí, tenía razón, pero le fastidiaba que tuviese razón, que estuviese pintándolo como a un hombre que no era capaz de disfrutar con nada que no estuviese relacionado con el trabajo.

—El ocio está sobrevalorado —dijo—. ¿Para qué sirve? Además, me gusta trabajar; me siento bien cuando estoy trabajando; no necesito nada más.

La sonrisa se borró de los labios de Kendall, y Matthias se dio cuenta de que había hablado con más vehemencia de la que había pretendido.

En realidad ni siquiera pensaba eso; era sólo que Kendall había metido el dedo en la llaga. ¿Por qué todo el mundo criticaba a la gente que se



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