Al acecho by Joan Hohl

Al acecho by Joan Hohl

autor:Joan Hohl
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 1993-12-31T23:00:00+00:00


Eric la sintió en el mismo instante en que entró en la habitación. El vello de la nuca se le erizó al reconocerla. Los dedos que momentos antes se habían cerrado sobre los de ella se movieron al recordar la experiencia. Se le secó la boca, como había sucedido cuando ella bajó la mirada en la mesa, seduciéndolo inocentemente con el movimiento de sus pestañas.

«¿Inocentemente?», se preguntó. Deseaba de todo corazón que lo fuera.

Manteniendo los ojos fijos sobre la página que ya no veía, Eric dominó los estremecimientos que recorrían su cuerpo.

«Tina». El nombre le daba vueltas en la cabeza como la sinfonía más dulce, despertando en su interior un dolor nunca antes sentido. Se formó una imagen de ella, una sorprendente visión exacta en el más mínimo detalle.

Esa noche Tina se había dejado el cabello suelto. La suave cascada dorada le acariciaba los hombros cuando se movía, una verdadera tentación para los dedos de Eric. Iba vestida de manera informal con un suéter y una falda. Pero no había nada de informal en el efecto que causaba sobre sus sentidos el suéter al adaptarse a la curva suave de sus senos, y la amplia falda flotando alrededor de sus magníficas caderas y de sus piernas cada vez que caminaba.

Sus ojos de color castaño lo encantaban, al igual que su boca sensual. Se le hizo un nudo en la garganta, y el estómago se le contraía cada vez que la miraba.

Eric no quería reflexionar sobre esas sensaciones. Eran demasiado profundas, demasiado intensas, iban más allá de una mera atracción física. Y eso le daba miedo.

¿Cuando había reaccionado así ante el simple contacto de la piel de una mujer? Eric no necesitaba pensar demasiado en la respuesta. Esta apareció en su mente grabada con letras de fuego.

«Nunca».

Por experiencia, Eric sabía que podía abandonarse a sus sentidos sin descuidar la misión en la que se encontraba en ese momento. Pero esa especie de ofuscación de la mente y de los sentidos lo hacía sentirse vulnerable y expuesto.

Por su sola asociación con los sospechosos principales en aquel negocio sucio, la misma Tina era una sospechosa. Y, haciendo a un lado su instinto e inclinación, Eric sabía que estaba avanzando hacia el desastre al relacionarse de una manera tan personal con ella.

Alguien podría salir herido; Eric empezaba a temer que él pudiera ser ese alguien.

Ahí estaba el problema. ¿Cómo iba a poder resistirse a Tina cuando cada célula de su ser se rendía a la fuerza de la atracción que lo arrastraba hacia ella?

Deseaba a Tina con todas sus fuerzas. Y por primera vez en su vida profesional, Eric temía estar a punto de embarcarse en una atracción que iba en contra de todos sus principios.

Si tuviera algún sentido común, reflexionó, se alejaría de Tina y de su casa hasta que se aclarara su culpabilidad o inocencia. Pero en ese instante reconoció que no tenía intención ni de escuchar ni de seguir los dictados de su sentido común. Lo que tuviera que pasar, iba a pasar.



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