Actitud provocadora by Sherrilyn Kenyon

Actitud provocadora by Sherrilyn Kenyon

autor:Sherrilyn Kenyon [Kenyon, Sherrilyn]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Policial, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2005-01-01T05:00:00+00:00


M

ás disparos salpicaron la pared color beis al tiempo que destrozaban los cristales de las ventanas y las balas desgarraban la tela de color apagado de las cortinas.

—Malditos aficionados —le gruñó Steele al oído mientras se apartaba de ella para colocarse más cerca de su arma—. Por otra parte, gracias a Dios son tan malos que de lo contrario estarías muerta.

Aquello no lograba reconfortarla. Syd se subió rápidamente las bragas y se bajó la falda e intentó no pensar en el hecho de que lo más probable era que su asaltante hubiera visto su pequeño interludio amoroso a través de la mira telescópica de su rifle.

—¿Desde dónde está disparando? —preguntó Syd.

Él la miró con condescendencia.

—No lo sé. ¿Quieres asomarte a mirar por la ventana y luego me das la respuesta?

Ahora fue ella quien lo miró molesta.

—Creía que los expertos como tú podían saber esas cosas por el ángulo del impacto y todo eso.

Él se arrastró por el suelo hasta llegar a su arma.

—Podría si me pusiera de pie para examinar el impacto de la pared, pero personalmente preferiría vivir lo suficiente como para poner el cañón de mi SR sobre ese…

Sus palabras fueron interrumpidas por más tiros.

Pero estos últimos fueron suficientes para darle una pista sobre su procedencia… desde el otro lado del área de aparcamiento. Poniéndose de rodillas, Syd se alzó un poco y disparó a través de la ventana destrozada.

Steele ladeó la cabeza.

—¿A qué le estás disparando?

—Espero que a nuestro atacante.

—¿Tienes munición extra después de agotar ese cartucho?

Ella se molestó por su crítica y por el hecho de que él tenía razón. Una vez se agotara la munición estaban perdidos.

Steele suspiró disgustado al ver que más disparos entraban al azar en la habitación.

—¿Por qué está disparando así? No tiene ningún sentido. Hay demasiados testigos para arriesgarse tanto.

Ella oyó el sonido de sirenas de la policía acercándose.

—Quizás lo está haciendo para conseguir que te arresten.

Él negó con la cabeza, y ella se mostró de acuerdo… aquello tampoco tenía sentido. Dado que Steele conocía la existencia de su asociación clandestina, lo último que ellos querrían sería darle la oportunidad de hablar con la policía acerca de su organización.

Entonces, ¿a qué se debía aquel ataque espectacular? Era como si el asesino quisiera que lo cogiesen.

Más balas entraron en la habitación.

Ella miró a Steele mientras este soltaba otra maldición.

—¿Quieres darte a la fuga?

Su rostro se endureció como si estuviera preparado para mirar fijamente al demonio y vencerlo.

—La verdad es que no. Él está allí fuera esperándonos. Si salimos ahí, será para él como disparar a los patos en un barril.

—¿No se dice peces en un barril?

—No me vengas ahora con metáforas, Syd. ¿No te das cuenta de que estoy estresado?

Él tenía razón. Pero ¿qué les quedaba entonces? No podían quedarse allí con la policía a punto de echárseles encima mientras les estaban disparando.

—¡Seguridad del hotel!

Syd añadió su propia maldición a la de él mientras alguien golpeaba la puerta. ¿Qué tipo de idiota haría semejante cosa?

Acaso no podía oír…

El asesino interrumpió su asalto… probablemente para recargar, pero podía acribillar la puerta a balazos en cualquier momento.



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