¡A mí me lo vas a contar! by Daniel de la Peña

¡A mí me lo vas a contar! by Daniel de la Peña

autor:Daniel de la Peña [Peña, Daniel de la]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Humor
editor: ePubLibre
publicado: 2022-09-29T00:00:00+00:00


29

NOE

Mike y yo llevábamos varios minutos sentados en silencio en el despacho de Helena mientras ella hablaba con uno de los responsables de la productora por teléfono. Comentaban la trifulca que acabábamos de protagonizar hacía unos momentos en plató. Tragué saliva al observar cómo mi jefa intentaba justificar nuestra irresponsable actitud, ¡Helena estaba sudando la gota gorda! «Ha sido una broma», «era un truco para mantener al espectador pegado a la pantalla», «esto es oro para el programa, no se habla de otra cosa en las redes sociales» argumentaba. Asintió varias veces antes de colgar. Después nos acuchilló con la mirada.

—¿Se puede saber en qué cojones estabais pensando cuando os ha dado por soltar gilipolleces en directo? —⁠preguntó mientras se frotaba la frente con la mano⁠—. Los jefes están cabreados, no les gusta este tipo de espectáculo tan lamentable.

—Prima, no se volverá a repetir —⁠aseguró Mike, inclinándose hacia ella.

—¡Aquí soy tu superior! Así que, por favor, deja lo de llamarme «prima» para las reuniones familiares, ¿entendido?

Él bajó la mirada y asintió.

—Por supuesto que no se volverá a repetir —⁠añadió Helena⁠—. Porque como suceda de nuevo os mando de una patada a participar en un reality show para adolescentes y os olvidáis de colaborar en este programa, ¿ha quedado claro?

¿Por qué tenía que pagar yo las irresponsabilidades de Mike? No era justo. Negué con la cabeza, apreté los dientes y di un puñetazo en la mesa.

—¡No! —exclamé—. Lo siento, pero no. Yo solo me he defendido del ataque de Mike. Él ha sido el que se ha presentado en plató con un disfraz de unicornio para sacarme de mis casillas y darme donde más me duele. Yo solo me he defendido.

—¡Ayer me dejaste en ridículo delante de todo el país! —⁠repitió el guaperas.

—Joder, ¡qué pesado que eres! Si tu fantasía te avergüenza no es mi problema —⁠repliqué.

—Ni el mío que te engañaran con un puto unicornio. —⁠Disparó.

Helena levantó una mano para pedir que nos calláramos.

—¡Basta ya! —bramó—. ¡Estoy harta de vuestros lloriqueos a lo Pimpinela! Todo tiene un límite y esta noche los habéis dinamitado.

—Los dinamitó él cuando salió con el puñetero disfraz —⁠le acusé.

—O tú al traicionar mi confianza —⁠protestó.

—Por favor, ¡estáis agotando mi paciencia! —⁠masculló nuestra jefa, cruzando los brazos.

Nosotros la ignoramos, estábamos muy ocupados con nuestro cruce de acusaciones.

—«Mí, mí, mí». «Yo, yo, yo». —⁠Le hice la burla⁠—. Eres un engreído. ¡Madura!

—Eso no fue lo que dijiste cuando te empotré la otra noche contra la puerta de mi camerino. —⁠Me atacó.

Mike me miró con descaro. Después se pasó la lengua por los labios. Casi me da un infartito al verlos tan jugosos. Reprimí mis instintos y me puse de pie.

—Me das asco. Suerte has tenido al acostarte con una mujer como yo.

Mike se levantó y me atravesó con una mirada chulesca.

—Suerte has tenido tú al acostarte con… alguien. —⁠Se encogió de hombros⁠—. ¿Cuánto tiempo llevabas si follar? ¿Años? Se te veía que estabas necesitada.

—Mucho tenía que estarlo para hacerlo contigo.

Nuestra jefa movió los brazos de lado a lado, intentando que le prestáramos algo de atención.



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