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autor:Unknown
La lengua: eng
Format: epub


SECRETO

Carlitos escogió uno de los tatuajes. Un cowboy parado de frente, con las piernas abiertas y disparando con los dos revólveres. Fue al baño, se mojó el brazo y, con cuidado, observando en el espejo, pegó el pedacito de papel a la piel, sobre el bíceps izquierdo. Esperó un rato y lo desprendió. Ya. Hecho. El tatuaje se había adherido. Solo se disolvía si se restregaba con agua.

Estos pedacitos de papel con los dibujos venían envolviendo los chiclets-bomba.

Bubble gums. Ya hacía dos o tres años que no había chiclets y nadie los recordaba. Carlitos había conservado los tatuajes cuidadosamente dentro del álbum de los sellos. Coleccionaba sellos de correo.

Es domingo y Fela está lavando a mano en el patio. Viene cada domingo a lavar porque Nereyda no quiere tener una lavadora eléctrica. «Rompen la ropa. Eso no sirve.» Fela vive muy cerca. Dice que trabaja en una fábrica de medallas y trofeos pero no le alcanza el salario. Tiene el marido preso y casi no habla. Así que no se sabe nada de su vida. Ha dicho que sus dos hijas se quedaron viviendo en el pueblo de campo y ya ella es abuela. Nereyda ha percibido que hay algo oscuro en su vida y quiere mantenerlo oculto. Llega cada domingo a las ocho de la mañana o antes, trabaja sin parar, sudando bajo el sol, termina al mediodía, cobra y se va. En todo ese tiempo, se detiene un minuto, una sola vez, a media mañana. Nereyda hace café y le brinda. Ella se lo toma rápido, enciende un cigarrillo y lo sostiene en la boca hasta que casi le quema los labios. Tiene las manos y los pies grandes y fuertes. Es delgada, rápida, enérgica. Suda copiosamente. Se concentra en su trabajo y no le interesa nada más. Y no sonríe.

Demasiado seria.

Carlitos cumplió trece años y en pocos meses le ha cambiado la voz. Ahora es más grave y varonil. Además, ha dado un estirón brusco. La ropa y los zapatos ya no le sirven. Le quedan chicos. Y las tiendas están vacías, casi todas cerradas.

No hay nada. Ni ropa, ni zapatos. Nada. Usa una camisa y un pantalón de su padre, y unos mocasines muy gastados, que Fela le consiguió y se los trajo de regalo. Son talla 46, la misma que usa Carlitos, pero no dijo de dónde los había sacado.

Nereyda lavó bien la cántara de aluminio de cinco litros, y se la dio a Carlitos:

–Dale, vete. No des más vueltas que vas a llegar tarde.

Cada domingo por la mañana Carlitos va con la cántara a las afueras de la ciudad. Los sastres, que tenían la Sastrería Reyes en los bajos de la casa, ahora tienen dos vacas. Y venden la leche. Viven de eso. Ya no hay tela, ni botones, hilo, nada. La sastrería cerrada. Además, ahora a nadie se le ocurre usar traje y corbata. Demasiado burgués. La moda es vestirse de miliciano y con las botas militares, siempre dispuestos a irse a las



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