3241 - La saga completa by Nathalia Tórtora

3241 - La saga completa by Nathalia Tórtora

autor:Nathalia Tórtora
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
publicado: 2015-08-06T21:00:00+00:00


—Perfecto. Nos vemos mañana—se despidió y abandonó el lugar.

Muy lejos de Buenos Aires un dragón agonizaba y clamaba en silencio a un Dios desconocido.

Nada

El frío era insoportable. Una persona común no habría sido capaz de sobrevivir en tales condiciones. Llevaba ya varios meses vagando en aquella interminable planicie de hielo.

¿Dónde estaba? No lo sabía. Podría tratarse de Alaska, Rusia, Islandia, Groenlandia o incluso cerca de algún polo. No había visto humanos hasta el momento y los animales que merodeaban la zona eran escasos. La mínima esperanza de hallar vegetación había desaparecido ya varias semanas atrás.

Su único alimento constaba de animales muertos que hallaba en el suelo y, de vez en cuando, peces que capturaba, congelando sus manos en pequeños agujeros del hielo. No tenía un refugio, dormía a la intemperie. ¿Dormía? Cerraba sus ojos y se desmayaba de cansancio y hambre, no dormía realmente. Pero, al menos, sus ojos se cerraban de vez en cuando.

Llevaba el cabello ya casi por la cintura, enrulado y enmarañado por la falta de higiene. La barba le había crecido. Su tez se había tornado pálida y estaba cubierto de nieve. Con su altura, parecía un Yeti. Aún vestía la ropa veraniega que llevaba cuando lo arrojaron al frío. Sus pantalones tenían ya varios agujeros y las zapatillas se estaban quedando sin suela. El frío era insoportable.

Caminaba sin rumbo. No sabía siquiera si avanzaba en línea recta o en círculos. Era imposible saberlo. El paisaje era completamente igual en todas partes, plano. Sin elevaciones ni desniveles. Hielo, nieve y más hielo.

La monotonía del paisaje, sumada a la inmensa soledad, lo estaban volviendo loco. Hablaba y gritaba solo, para asegurarse que no había olvidado cómo hacerlo, que seguía recordando su lengua. Thacerlo, que seguía recordando su lengua. Todas sus esperanzas, sueños y ambiciones se habían convertido en fantasmas. El odio desbordante que sentía al comienzo también se desvaneció paulatinamente. No le quedaba nada, salvo un corazón que aún latía y un par de pies que se movían, casi por inercia.

Guillermo se encontraba al borde de la muerte cuando, finalmente, llego a la orilla de lo que parecía ser el mar. No sabía que mar,



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