zona de obras by Leila Guerriero

zona de obras by Leila Guerriero

autor:Leila Guerriero [Leila Guerriero]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788433937056
editor: 2016
publicado: 2016-02-09T16:00:00+00:00


Leído en el Festival Malpensante, Bogotá, Colombia, 2006. Publicado en El Malpensante, Colombia, el mismo año.

¿CÓMO/ PARA/ QUÉ?

De asesinos de púberes y de asesinos púberes, de dictadores, de bibliotecas de dictadores, de poetas muy ocultos, de escritores muy visibles, de estrellas del porno, del carnaval bajo sus diversas formas, de señores que miden cincuenta centímetros, de señores que miden dos metros y medio, de sicarios, de narcos y de políticos, de formas de la religión popular, de músicos de rock y de pop, de pastores evangélicos, de migrantes que nunca llegan a su tierra prometida, de mafiosos, de casadas con la mafia, de pandilleros, de gente con oficios raros, de estafadores simpáticos, de asesinos a sueldo, de drogas, de ovnis, de las FARC, de marionetas y ventrílocuos, de pueblos de frontera, de gente que muere en pueblos de frontera, de genios olvidados, de presos, de prostitutas, de secuestrados, de secuestradores, de fiscales amenazados, de tragedias revisitadas, de viajes, de pueblos perdidos, de escritores y cantantes populares que por obra y arte del paso del tiempo se han transformado en escritores y cantantes de culto, de mutilados, de combatientes, de excombatientes, de futuros combatientes, de pobres, de ex pobres, de futuros pobres, de gente con dios pero sin tierra y sin empleo y sin casa y sin casi nada más.

Una cabalgata superficial, arbitraria y generalizadora por algunas de las revistas que la publican (Etiqueta Negra, SoHo, Marcapasos, El Malpensante, Gatopardo, entre otras) dice que de todas esas cosas –de situaciones injustas y brutales, de diferencia social, de vidas de famosos y de freaks, de mundos enigmáticos y desconocidos– se ocupa la crónica latinoamericana actual.

La misma cabalgata, superficial, arbitraria y generalizadora, dice que, por el contrario, la crónica latinoamericana actual no se ocupa demasiado de las ciencias duras, de los descubrimientos científicos, de la música clásica, de los escritores –cuando no son malditos ni han sufrido una catástrofe toxicológica–, de las personas jóvenes –cuando no se han muerto de maneras trágicas ni forman parte de una tribu urbana– y que no ha encontrado una forma del todo interesante para hablar de asuntos de negocios, de historias con final feliz, de arquitectura, de arte, de cualquier deporte que no sea el fútbol o el boxeo y que, en particular, suele mostrarse desinteresada o indiferente o impedida –o todas esas cosas– para contar historias relacionadas con las clases altas: historias de los que tienen riqueza, historias de los que tienen poder, historias de los que tienen millones, historias de los que tienen, además de todo eso, una historia para contar.

Y no digo artículos livianos: digo crónicas. Y no digo artículos laudatorios y complacientes: digo crónicas. Y no digo artículos pusilánimes en los que señoras de varios quilates muestran su colección de cuadros sin que nadie les pregunte por sus impuestos: digo crónicas. Digo mirar con carácter, digo contar un mundo, digo tratar de entender.

Latinoamérica es una de las partes del planeta donde la diferencia entre los que tienen mucho y los que no tienen nada es grosera.



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