Y Zelda se convirtió en vikinga by Andrew David MacDonald
autor:Andrew David MacDonald
La lengua: spa
Format: epub
editor: Destino México
publicado: 2020-05-25T19:34:51+00:00
Mientras todos los papás y los niños escuchaban a la Señora Coneja tocar la guitarra, yo di una vuelta por allà y empecé a recolocar los libros en sus estanterÃas. Eso lo podÃa hacer siempre que no estuviera haciendo otra cosa.
Me sorprendió que Hendo me recordara. Yo casi me habÃa olvidado de él, pero de pronto me acordé de que habÃamos jugado al póquer y me habÃa hecho sentir parte de su tribu. Empujé el carrito y pensé en la mujer que era la madre de Artem, y en que parecÃa una idiota y en que alguien tan increÃble como Hendo deberÃa tener una novia o una mujer que fuera igual de increÃble.
La mujer, Artem y él estaban en un rincón de la sala Alboroto. Los veÃa por la ventanita de la puerta. Hendo hacÃa botar a Artem en su rodilla mientras la mujer mascaba chicle y no parecÃan importarle mucho las canciones. Lo único que hacÃa era mirar el celular. Pero Hendo cantaba y levantaba a Artem cuando la Señora Coneja subÃa los brazos y todos los demás padres los subÃan también.
Al cabo de un rato, le pasó a Artem a la mujer y salió. Como yo habÃa dejado el carrito delante de la puerta, tuve que quitarlo corriendo y se me cayeron algunos libros.
Hendo se agachó para ayudarme.
âMierda, lo siento âdijoâ. Toma.
Agarró un montón de libros y los puso en el carrito, apilándolos de una forma que no era la perfecta, que serÃa con los lomos hacia arriba para que yo pudiera ver los números.
âTienes que procurar que los números queden para arriba, asà âle dije, y empecé a recolocarlos.
Hendo rio y los colocó también.
â¿Qué tal asÃ?
âBien.
Se metió las manos en los bolsillos.
âNo aguanto más esa mierda. Estoy desesperado por fumar.
Me preguntó si habÃa algún sitio donde pudiera fumarse un cigarro.
Le contesté que sólo se podÃa fumar fuera del edificio.
âY a medio metro de distancia por lo menos.
Ãl me respondió con un saludo militar y sacó un cigarro.
â¿Se te antoja uno?
Era casi la hora del descanso. Asentà con la cabeza. Le dije a Carol que iba a tomar un descanso y al verme salir con Hendo me dijo:
âNo sabÃa que fumaras...
Yo le puse ESA CARA para que se callase.
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