Y él hará retumbar el cielo by Elizabeth Peters

Y él hará retumbar el cielo by Elizabeth Peters

autor:Elizabeth Peters [Elizabeth Peters]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Histórico, Amelia Peabody
publicado: 2015-03-15T13:47:55+00:00


DEL MANUSCRITO H

El turco llegó tarde. Ramsés estuvo un buen rato tumbado junto a uno de los sepulcros antes de oír los chirridos de las ruedas de un carro. Esperó a que pasara el lento vehículo y se levantó; debido a cierto temor inconsciente avanzaba con la mayor cautela, pero se acercó por un costado pisando con cuidado sobre las lápidas caídas. Farouk y los demás ya habían llegado, en parejas o solos, como él les había enseñado.

Observó la escena a través de un agujero en la pared. El turco tenía prisa, tanta que echó una mano para descargar. Se asustó y blasfemó ante la aparición de Ramsés.

- No te molestes en comprobar la mercancía -dijo refunfuñando-. Está toda.

- Eso es lo que tú dices.

- No hay tiempo. -Le pasó a Ramsés un bulto cubierto por una lona y éste se lo dio a Farouk.

- ¿Lo abro, señor?

- No -dijo secamente Ramsés-. Seguid adelante. -Se colocó al lado del turco-Ha habido problemas. ¿Te lo ha contado Farouk?

- Pensé que debía hacerlo usted, señor -dijo Farouk melosamente.

Ramsés retrocedió un paso.

- No podemos volver a utilizar la tienda de Aslimi. Anoche, la policía hizo una redada. Todo el mundo habla de ello en Jan el Jalili.

El turco soltó un rosario de obscenidades en distintos idiomas.

- ¿Quién nos ha traicionado?

- ¿Quién iba a ser sino Aslimi? Llevaba semanas a punto de derrumbarse. ¿Cómo lograste escapar, Farouk?

- ¿Le ha sorprendido verme aquí?

- No. En el Jan todos saben que la policía no hizo prisioneros. ¿Te habían avisado?

- No, simplemente fui astuto. -Dejó escapar un gruñido cuando el turco le pasó una caja-. Conozco las callejuelas de Hoshasheyn como un amante conoce el cuerpo de su amada. Ellos nunca se acercaron a mí.

- ¿Ellos? -repitió Ramsés.

- La policía. ¿Quién si no? Nadie se acercó a mí.

Eso lo dejaba todo claro. Si Farouk fuese fiel a Wardani, le habría mencionado su encuentro y habría alardeado de su inteligencia al sacarle mil libras en oro al gran Padre de las Maldiciones. Era lo suficientemente vanidoso como para pensar que podía conseguir el dinero sin dar nada a cambio.

- Bien hecho -murmuró Ramsés-. Aslimi no puede decir mucho a la policía porque nosotros tampoco le hemos dicho a él gran cosa, pero debemos encontrar otro punto de encuentro. ¿Conoces la mezquita de Qasr el-Ain? No está muy frecuentada, excepto los viernes, cuando los derviches giran, y hay una pequeña apertura en una de las losas de mármol de la pared de la izquierda según se entra. Es la que está justo debajo del texto de Ayet el-Kursee. Conoce el Corán, ¿verdad?

- Encontraré el sitio. Una entrega más, la última.

- ¿Tan cerca está el momento?

- Lo suficientemente cerca -el carro estaba vacío. El turco se sentó en el pescante y agarró las riendas-. Se te comunicará cuándo debes presentarte.

Esa vez, Ramsés no intentó seguirlo. Se quedó observando a sus hombres que tapaban los bultos con rastrojos, Wardani nunca se habría dignado ayudar en las tareas manuales. Se le acercó Asad.



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