Un Padre para Navidad by Rachelle Ayala

Un Padre para Navidad by Rachelle Ayala

autor:Rachelle Ayala
La lengua: spa
Format: epub
editor: Babelcube Inc.
publicado: 2021-11-17T00:00:00+00:00


Capítulo 13

~ Kelly ~

–Tienes que devolverle el dinero –dice mi madre, metiendo los fajos de billetes que Tyler dejó dentro de mi bolso.

–¿Por qué yo? Tú eres la que le contrató –y ya voy tarde. –Gracias por cuidar de Bree, pero si no llego a mi turno, no llegaré al servicio vespertino.

–Tú cantas el especial. Llega temprano.

–Exacto, y es por eso que no tengo tiempo de buscar a Tyler.

–Vamos, ambas sabemos que esta es la mejor excusa para que vuelvas a hablar con él. Él lamentaba el berrinche de Bree, y tengo la sensación de que no volverá. Intenté ofrecerle otro trabajo...

–Mamá, de verdad, sería mejor que no vuelva a ver a Bree.

–Estoy de acuerdo –dice mamá, sorprendiéndome. –Pero eso no significa que no puedas salir con él sin que Bree esté alrededor. Yo puedo cuidarla en cualquier momento, ya lo sabes.

–Bueno, quizás. De verdad que tengo que irme –le doy un beso. –Cuando Bree se despierte, no te olvides de cepillarle los dientes. Anoche no lo hicimos. ¡Adiós!

No importa cuanto lo intente, no puedo sacarme a Tyler de la cabeza. No es culpa suya que Bree tenga semejante obsesión con él. Es fácil de tratar, divertido, con grandes y fuertes hombros. Y necesita el dinero. ¿Pero dónde en esta abarrotada ciudad podría encontrarle? No es que pueda quedarme por el centro comercial esperando que aparezca.

Cojo el ATR hasta la estación Embarcadero, el lugar donde Tyler tuvo su episodio de estrés postraumático. El tráfico es ligero los domingos. Paso caminando deprisa por delante de varios mendigos, salgo del andén, y miro en redondo. Un hombre con una guitarra está sentado sobre una caja delante de la funda abierta de una guitarra.

–Señora, ¿le canto un villancico?

Apenas miro al gran hombre negro, solo que lleva un collar de cuentas con una gran moneda china, justo igual que la que llevaba Tyler la noche pasada. Él parece vagamente familiar.

Eso es. Es el tipo que fue entrevistado después de que redujera a Tyler con una pistola eléctrica.

Volviendo sobre mis pasos, pregunto: –Señor, ¿conoce por casualidad a Tyler Manning?

La boca del hombre se abre en una amplia sonrisa mientras sus ojos se pasean sobre mí. No es que haya mucho que ver. Llevo vaqueros y una sudadera vieja, mi modelito para limpiar.

–Las mujeres me lo preguntan todo el tiempo –responde el hombre. Extiende la mano. –Sawyer McGee.

Tomo su mano y le doy un firme apretón. –¿Conoce a Tyler o no?

–Vaya, vaya, vaya –Sawyer sonríe y sacude un dedo. –No puedo ir dando información sin saber quién es usted, a qué se dedica, y tres referencias, preferiblemente de pequeñas ancianas a las que ayude a cruzar la calle o sacerdotes jubilados.

–No tengo tiempo para esto–. Estoy bastante segura de que es amigo de Tyler, pero si me va a hacer cientos de preguntas y a meter la nariz en mis asuntos, me largo.

–Tyler nunca mencionó que usted fuera tan borde –dice la melodiosa voz del hombre detrás de mí.

–¿Perdone? –giro la cabeza en redondo y vuelvo en su dirección.



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