Tierra de dioses by G. H. Guarch

Tierra de dioses by G. H. Guarch

autor:G. H. Guarch [Guarch, G. H.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2012-09-22T00:00:00+00:00


* * *

Valentino se quedó observándome, mientras yo no sabía ni que decir. Mi madre había guardado cuarenta años a que se produjera un milagro y allí acababa de encontrarme con uno. Alguien que mantenía su ética y sus principios a salvo a través del tiempo.

Estreché fuertemente la mano de aquel hombre y cogí la maleta como si se tratase de una reliquia, mientras no podía hacer otra cosa que asentir con la cabeza, anonadado por la valiosísima información que acababa de proporcionarme.

Me despedí de Valentino Soggiu y de su familia aquella misma tarde. Debía tomar el avión que salía a última hora hacia Milán. Allí me aguardaba Grazia y ansiaba contarle la increíble historia, intentando mantener la serenidad a pesar de todo.

Al volver a casa, efectivamente tuve que romper las cerraduras. No había otro modo de abrir la misteriosa maleta. Encontré un ajado uniforme de gala, unos zapatos negros de parada aún relucientes, una caja metálica conteniendo un sobre con las últimas pagas sin tocar. Cuarenta mil quinientas liras en billetes de la época y un sobre abierto remitido por un tal Giacomo Capelli, coronel de Estado Mayor, Roma.

Desplegué la cuartilla y comencé a leerla, embargado por la emoción.

Roma, 20 febrero 1936

Paolo: He realizado las indagaciones que me pediste. Según el Servicio de Información eres judío. Hijo de judíos. Giacomo Marsala y Ana Saloni, en realidad sus verdaderos nombres eran Jacob Maciel y Anna Salom, judíos sefarditas emigrados de Libia, eso sí, con pasaporte italiano.

Ese es el verdadero y único problema. No tienes futuro en el ejército a causa de tu raza. Aunque tú te consideres italiano cien por cien, para los servicios de información del ejército tienes la consideración de un judío infiltrado.

Como debes conocer, hay unas nuevas normas en relación con los judíos. Son de aplicación inmediata y lo que va a ocurrir es que recibirás una carta oficial en la que te exigirán que presentes tu baja voluntariamente.

Lo siento de verdad, siempre hemos sido buenos amigos y compañeros de armas. Te tengo por un militar ejemplar y me parece injusto lo que está sucediendo, pero tenemos que aceptar que las cosas son así y que nos encontramos con nuevo orden que va a pasar por encima de las circunstancias personales.

En cuanto a mí, te seré sincero. No me gustan los judíos, nunca me han gustado. Me he llevado una terrible sorpresa al enterarme y te repito que lo siento.

Pero a partir de este momento, te ruego que no me pongas en el compromiso de tener que negarte el saludo. No me escribas, me comprometerías con ello.

Te deseo buena suerte y te diré, porque tengo algunas informaciones que os van a hacer falta a los judíos a partir de ahora. Adiós.

Fdo. Giacomo Capelli



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