Somos un cuerpo herido by Ana Rossetti

Somos un cuerpo herido by Ana Rossetti

autor:Ana Rossetti [Rossetti, Ana]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia, Biografía
editor: ePubLibre
publicado: 2023-07-15T00:00:00+00:00


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LECHE: Hay un extraño episodio en la vida de san Bernardo de Claraval que también pintó Murillo. La leyenda cuenta que, cuando era estudiante, estaba rezando ante una imagen de la Virgen que tenía al Niño en brazos. Una versión dice que estaba enfermo; otra, que se sentía solo y le pidió a la Virgen que fuera su madre. Al escuchar su ruego, la imagen cobró vida y, abriendo su túnica, sacándose un pecho, hizo brotar leche que fue a caer en los labios del santo para aplacar su fiebre y dotarlos a la vez de una elocuencia arrebatadora. Valle-Inclán, en La lámpara maravillosa, resume así el capítulo que le dedica a sus fervorosas predicaciones: «El verbo de los poetas, como el de los santos, no requiere descifrarse por gramática para mover las almas. Su esencia es el milagro musical».

Este hecho suele llamarse «el premio lácteo» pues San Bernardo fue un impulsor de la devoción mariana que hasta la Baja Edad Media no había estado en los planes del cristianismo. Sus escritos, sus prédicas sobre María, a la que llamaba caballerosamente Nuestra Señora, se propagaron por la Europa del siglo XI y le valieron el sobrenombre de «Doctor melifluo», por la dulzura de sus palabras. La leyenda explicaría el agradecimiento de la Virgen.

No solamente en Murillo, sino en las numerosas versiones de esta milagrosa lactancia, un chorro de leche sale del pezón de la Virgen y, trazando un arco, entra en la boca de san Bernardo.

La leche de la Virgen es también alivio para las ánimas del purgatorio, como podemos ver en la pintura de Pedro Machuca que se conserva en el Prado. Para el alquimista, es sinónimo del agua mercurial sin la cual la piedra filosofal no podrá extraerse. El mercurio, químicamente, tiene el símbolo Hg, por la unión entre las palabras griegas que se traducen como líquido y plata. Ese metal que se mueve, como corresponde al dios viajero, se le conoce como agua de plata, el agua de la Virgen y la leche de la Virgen.

Nuestra primera nutrición es la leche materna; al haberla recibido san Bernardo en sus años de estudiante, aunque en Murillo tiene más edad, puede colegirse que fue en su juventud cuando se inició en la ciencia hermética.

Leche y miel, nombrados en la Biblia como signo de prosperidad, son alimentos espirituales que vivifican y posibilitan el paso a la trascendencia. La lactancia materna en el Antiguo Testamento es una metáfora de cómo nos sustentan la sabiduría y las bendiciones de Yahvé:

Alegraos, Jerusalén, y regocijaos por ella

todos los que la amáis,

llenaos de alegría por ella todos los que por ella hacíais duelo;

de modo que os amamantéis y os saciéis

del seno de sus consuelos,

de modo que gustéis y os deleitéis de los pechos de su gloria.

(Isaías 66, 10:11)



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