Sombras de identidad by Brandon Sanderson

Sombras de identidad by Brandon Sanderson

autor:Brandon Sanderson [Sanderson, Brandon]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2015-10-08T04:00:00+00:00


13

Wayne no se consideraba especialmente religioso. Opinaba que Armonía no debía de prestar mucha atención a los fulanos como él, por la misma razón que un maestro de la pintura tampoco debía de preguntarse muy a menudo qué habría hecho su madre con los monigotes que solía dibujar de pequeño.

Dicho lo cual, de vez en cuando le gustaba visitar el templo de la gente de a pie. Le hacía sentir mejor y se olvidaba de los problemas, siquiera por unos instantes. Por eso conocía el sitio al que Wax le había pedido que se acercase para echar un vistazo.

El santuario —un señorial edificio antiguo, achaparrado y tenaz— se agazapaba en la esquina de una intersección. Lo flanqueaban modernos bloques residenciales, algunos hasta de seis plantas de altura, pero el templo exudaba el aire de un anciano gruñón instalado en su sillón favorito, predispuesto a no levantar la mirada por encima de las rodillas de quien se le acercara. Tal y como cabía esperar, la puerta estaba abierta en actitud acogedora, bañada todavía de luz, pese a lo avanzado de la hora. Wayne recorrió la avenida con paso indolente y saludó con la cabeza al portero, uniformado con su gorra y su guardapolvo; empuñaba un bastón ceremonial en cuyo extremo parecían entreverse restos de pelo, restos seguramente de haber aporreado en la cabeza a algún alborotador.

Wayne se tocó el ala del sombrero a modo de saludo y recitó la consigna que habría de franquearle el acceso al lugar.

—Hola, Blue. ¿Estará muy aguada la cerveza esta noche?

—Procura no montar jaleo en la tasca, Wayne —entonó el hombre en respuesta—. A ver si se me van a hinchar las narices.

—¿«Narices»? —repitió Wayne mientras pasaba por su lado—. Bonito eufemismo, compañero. En fin, mientras las chicas no se confundan de parte del cuerpo con tanto cambio de nombre, quién soy yo para meter ahí la cuchara.

Concluidas así las tradicionales presentaciones de rigor, Wayne accedió en el templo propiamente dicho. Dentro había mujeres y hombres en actitud recogida, encorvados y absortos en la contemplación de los insondables entresijos del cosmere. Sus plegarias adoptaban la forma de murmullos que intercambiaban con sus amigos, y su incienso era el humo que exhalaban las cazoletas de sus pipas. Presidía el altar un retrato del Viejo Ladrian en persona, un hombre de oronda barriga que enarbolaba en alto una copa, como si quisiera llamar la atención.

Wayne se quedó en el umbral, con la cabeza respetuosamente agachada; mojó los dedos en el rastro de cerveza que goteaba en una mesa cercana y se ungió la frente y el ombligo, la señal de la lanza.

El olor lo marcaba como un peregrino en esa tierra santa, y se abrió paso entre los penitentes que buscaban perdón, camino del altar. Flotaba en el aire un ambiente extraño esa noche. Solemne. Sí, el templo era un lugar de recogimiento, pero también debería serlo de festividad. ¿Dónde estaban los himnos, entonados con voz pía y pastosa? ¿Dónde las risas, la gozosa algarabía de la celebración?

«Mala



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.